EL DEBATE PRESIDENCIALISMO/
PARLAMENTARISMO EN AMÉRICA LATINA
(PARTE II)


Por Rolando Arturo Leiva
20 de Octubre de 1990


Comparar verdaderamente la estabilidad política del sistema parlamentario europeo
de post-guerra con la crisis actual del presidencialismo en América Latina, supone
más bien, -sostiene el profesor Nohlen, de Alemania-, atribuir importancia a factores
como los siguientes: el peso del factor institucional en la ruptura de la Democracia
europea de los años 30, y de la América Latina de los años 70. Segundo, las
características del proceso de reconstrucción de aquellas democracias, es decir, las
conclusiones extraídas por Europa de su experiencia vivida a fines de los años 40, y
por América Latina de los años 80, junto a las lecciones aprendidas. Finalmente, la
posible influencia de las reformas institucionales ensayadas en Europa y sus
posibilidades de aplicación en América Latina.
A favor del presidencialismo latinoamericano puede argüirse, además, que en aquel
sistema político, el órgano preeminente, es decir, el Presidente de la República, tiene
en América Latina fuerte arraigo en los valores preferencias y patrones de conducta
sociales de la población, por tanto, se trata de un fenómeno bastante difícil de
comparar con el que ofrecen los EEUU, si lo quisiéramos tomar como ejemplo.
Resulta no menos significativo señalar que América Latina ha sido protagonista ya
de experiencias parlamentaristas con resultado ostensiblemente negativo, y Chile,
con su experiencia de los años 1891-1925, se encuentra otra vez en condiciones de
servir como ejemplo perfecto.
Las posiciones actualmente favorables a la implantación de un modelo parlamentario
en América Latina, son minoritarias. Ello está demostrado por los frustrados intentos
de introducir cambios institucionales en la Argentina, y en la derrota de las
posiciones parlamentaristas en el Congreso brasileño, aunque bien podría ser éste
el único ejemplo, el de Brasil, donde la elite política se muestra favorable al
parlamentarismo. Por otra parte, varias Constituciones latinoamericanas, contienen
en efecto elementos parlamentarios, pero en la práctica no han llegado a aplicarse
realmente.
Se sostiene asimismo que en el parlamentarismo habría mayor capacidad de
consenso político, a diferencia de lo que ocurre en el sistema presidencial, que tiene
más características de sistema confrontacional. Pero estamos aquí, -dice Dieter
Nohlen- ante una nueva arbitrareidad metodológica. Se pueden relacionar
automáticamente las decisiones consensuales con la gobernabilidad, cuando
muchos países muestran que, precisamente, “ha sido el exceso de compromiso o de
integración el que ha conllevado bloqueo o inmovilismo“, como sucedió en Uruguay y
también en Chile al deteriorarse progresivamente su Estado de compromiso a
comienzo de los años 70. ¿No sería más realista la afirmación, en cambio, de que la
actual consolidación democrática de América Latina puede verse peligrar, tanto a
través de sistemas presidenciales o parlamentarios,si en ambos casos hay ineficacia
del gobierno para gobernar ?.
Paradojalmente, las críticas apuntadas contra el presidencialismo latinoamericano
toman de él más una imagen popularizada, que los casos en que se muestra
realmente. Cuando se afirma que el presidencialismo latinoamericano es ora
responsable del desplome de las democracias, ora que hace difícil la
redemocratización, claro está, -dice Nohlen- es algo muy preciso como acusación,
pero a lo mejor demasiado tajante como realidad. Apreciar el sistema presidencial en
toda su amplitud, -continúa este autor-, supone ver al mismo tiempo que sus ya
denunciadas fallas, los beneficios que innegablemente deparó a la historia
latinoamericana por largos períodos, llevando a una visión quizás más equilibrada y
más plausible del problema y sus fases.
Una especie de presidencialismo reformado, por ejemplo, -ante sus evidentes fallas
actuales que nadie oculta-, con adecuaciones institucionales para hacer cambiar el
sistema, con un aumento de la responsabilidad política del Presidente y de la elite
gobernante, preparación justamente de una nueva elite política capaz de sentir
interés por hacer eficiente el gobierno, o formas de gobierno de gabinete, aumento
de la capacidad de cooperación y concertación entre sectores, etc., brindarían
probablemente elementos más reales para encontrar una solución, en vez de la
quimérica llegada de un nuevo sistema que pondrá fin de inmediato a todos los
problemas, pero sin arraigo, sin tradición ni experiencia en la realidad
latinoamericana.-

 

Arturo Leiva O.
Desde Europa

 


(Fuente: “Presidencialismo versus Parlamentarismo en América Latina. Notas sobre
el debate actual desde una perspectiva comparada”. Prof. Dr. Dieter Nohlen,
Universidad de Heidelberg, RF de Alemania)
(Publicado en El DIARIO - (Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 16 de Noviembre de 1990.)