POLÍTICA EXTERIOR Y ALEMANIA
Por Rolando Arturo Leiva
30 de Enero de 1992
Los alemanes usaron la expresión “Triunfo”. Se referían con ello a haber logrado la
aprobación de su posición de realizar cuánto antes el reconocimiento de Eslovenia y
Croacia, un acuerdo que la Comunidad Europea adoptó por unanimidad, y decidió
favorablemente el día 15 de enero del presente año (1992). La revista más popular
de Alemania, DER SPIEGEL lo tituló a su vez, citando las palabras del Ministro de
Relaciones Exteriores alemán Hans Dietrich Genscher, “como el mayor triunfo de la
política exterior alemana desde la Segunda Guerra Mundial“. En otras
declaraciones citadas en medios periodísticos europeos, también se han citado las
palabras del Canciller alemán Kohl donde afirma: “somos una nación de 80 millones
de personas y la primera potencia económica de Europa y esto es tan cierto como
decir el tiempo que está haciendo en estos momentos afuera“.
La palabra “Triunfo” aplicada para lo que otros ven fue sólo la insistencia alemana de
que la Comunidad Europea debía reconocer a Eslovenia y Croacia o sino ellos lo
hacían solos, vuelve por su parte quisquillosos a algunos comentaristas. Con cierta
ironí, a se ha destacado la diferencia que existe entre dos palabras alemanas que
expresan un parecido sentido pero dos distintas ideas: “Sieg” y “Erfolg”. La primera,
alude más bien a haber obtenido una victoria, lo que supone derrotar o imponerse
sobre algún adversario. La segunda, tiene el sentido más de un resultado favorable
conseguido. Algunos personeros de la política exterior norteamericana han indicado
por ejemplo, que la mejor expresión para designar la preeminencia alcanzada por la
posición alemana, debería haber sido mejor “Erfolg” y no “Sieg” que fue la que se
usó. Máxime, porque el resto de la Comunidad Europea votó favorablemente el
reconocimiento de Eslovenia y Croacia sólo porque Alemania lo habría hecho de
todos modos, creándose entonces una fisura en la Comunidad casi sin precedentes
en un organismo de esta especie, y un “Triunfo” de esta naturaleza no es triunfo
alguno sino sólo la oposición entre imposición versus resentimiento. Si entonces la
palabra “Sieg” empezara a volverse una constante en la política exterior alemana,
“ello empezaría a preocuparnos”, indican algunas fuentes.
Un punto que especialmente hace sensibles a diversos círculos, es la actitud que
ven, según la cual hay un estilo en las posiciones alemanas que se aproxima a eso
de que “nosotros tenemos la razón y el resto debe seguirnos”. Otros sectores
estiman empero la cuestión sólo como un problema que deriva de la inestable
situación por la que atraviesa el Este de Europa de la cual Alemania coge la peor
parte, si la inestabilidad allí persistiera. No se trata de que empiece, o se esté
empleando una actitud unilateral en política exterior, replican esos sectores, sino
sólo es el afán de poner orden en la situación la que preocupa a los alemanes.
El Presidente Bush había telefoneado personalmente al Ministro alemán Genscher
para rogarle que Alemania desistiera de su posición de reconocimiento de Eslovania
y Croacia. Pero algunos cuentan que Genscher parecía más ansioso que Bush de
terminar lo antes posible la conversación.
También parecen haber mal entendidos respecto a la proposición que hizo el mismo
Bush meses antes de la caída del muro de Berlin, llamando a compartir el liderazgo
mundial con Alemania. Lo anterior -opinan funcionarios de la política exterior
norteamericana- era un llamado a trabajar hombro con hombro en la edificación del
nuevo orden mundial, pero quizás Alemania lo entendió como asunto de dividirse las
tareas: unos serían líderes mundiales de algunas zonas, y otros lo serían de otras.
Últimamente, esta apreciación crítica de lo que se ha dado en llamar en cierta
tendencia al “triunfalismo” en la política exterior alemana, ha sido desmentida por el
propio embajador norteamericano en Bonn quién sostuvo que “nosotros apoyamos y
estamos juntos con el gobierno de Bonn en el 95% de los asuntos, sólo hay un 5%
que puede ser materia de discordancia como lo fue el problema del reconocimiento
de las dos repúblicas de los Balcanes”. Para medios de prensa norteamericanos, en
cambio, la respuesta que dio el embajador alemán en los EEUU a las críticas que se
hacían a su país por la venta masiva de armamentos a regímenes considerados
hostiles a Occidente, hubiera sido impensable un año antes.
Tal problema de “Triunfo” o de acciones unilaterales en la política exterior alemana
permanecerá entonces como algo sujeto a qué se entiende por lo uno o por lo otro.
Ciertos funcionarios norteamericanos, han hecho por ejemplo oir la opinión de que
ojalá los alemanes, “fueran menos alemanes” en sus acciones de política exterior, en
circunstancias que la preocupación de estos últimos es más bien si hay lógica o no
en las acciones emprendidas. Bonn, ante el asunto del reconocimiento a Eslovenia y
Croacia, se apoyó ante todo en una lógica que decía que ese reconocimiento sería
el camino más eficaz para detener la guerra en Yugoeslavia. Se trata, como en
muchos otros casos, de un asunto de percepción. La mayoría de los medios
alemanes de prensa apoya por eso la conducta de Bonn. Es la lógica interna de la
conducta en política exterior versus los sentimientos ella provoca por más justa que
parezca, los dos polos que se oponen ante el debate surgido en este tema
importante de la política mundial.-
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, el 10 de Abril de 1992)