CONFERENCIA DE BIARRITZ DE LA UNIÓN

EUROPEA SE CIERRA DANDO LUGAR

TODAVIA AL IMPASSE

 

Por Rolando Arturo Leiva

17 octubre 2000

 

Heidelberg (Alemania) - “Diálogo franco, vivo, a veces tumultuoso”, calificaría el

vespertino francés LE MONDE, al debate que tendría por escenario esta

Conferencia informal de la Unión Europea, celebrada en la ciudad francesa de

Biarritz, Pirineos franceses.

Amenizada por una visita que hubiera sido muy difícil de imaginar hace algún

tiempo atrás, como la del nuevo Presidente de Yugoeslavia, Vojuslav Kostunica,

-acogido con calor y a veces con sincera emoción por diversos participantes- y que

fuera calificado, -en palabras del Ministro Vedrine, del Exterior de Francia, país

huésped de la reunión, y que ejerce en estos momentos la presidencia rotativa de la

Unión Europea-, como un hombre “ponderado, responsable, razonable, reflexivo”,

la Conferencia informal se cerraría en medio de una serie de interrogantes abiertas

acerca de lo que será su futuro próximo, en las 7 u 8 semanas venideras antes de

celebrarse la Conferencia de Niza, Francia, momento en el cual se debe decidir la

ampliación de la Unión Europea a 25, y probablemente a 27 países miembros.

En efecto, obligada a realizar la reforma de las instituciones europeas -y que, como

señalan algunos, fueron originalmente diseñadas para seis países, en circunstancias

que ahora el número alcanza a los 15 y crecerá todavía a los 25 o 27 siguientes- la

Unión Europea enfrenta una serie de prioridades que en general tendrían relación

-según algunos- con un conflicto latente que habría entre un grupo de países

grandes con otro pequeño, aunque lo anterior no siempre sea en la práctica

totalmente el caso.

Para Jacques Chirac, el Presidente francés y actual Presidente de la Unión

Europea, estos dos grupos de países -entendiéndose por el primero a Alemania,

Francia, Gran Bretaña, Italia y España- no se encuentren verdaderamente en

oposición unos a otros, a pesar de que el mismo Presidente francés diseñara en su

reciente visita a Alemania los lineamientos para que un grupo de países “pioneros”

pudiera avanzar más rápido que otros, e incluso llegara a formalizar una

“Constitución europea”. Para otros, sin embargo, el proceso de reforma de las

instituciones y de ampliación de la Unión, se encuentra en dificultades, en realidad,

a causa de la “aparente resistencia de los grandes poderes de la Unión Europea a

renunciar a una porción adicional de su soberanía”.

A la verdad, los cuatro temas oficiales planteados para la Conferencia de Biarritz

eran, sin embargo, ante todo, las cuestiones siguientes: el tamaño futuro que debe

tener la Comision Europea; la ponderación distinta de los votos de cada país,

teniendo en cuenta el peso demográfico de cada uno; la lista de políticas

comunitarias para las cuales la aprobación debe requerir una mayoría calificada, en

vez de la unanimidad que se requería hasta ahora; y la formación de un sistema de

cooperación “reforzada” entre los llamados países pioneros. E indudablemente, el

tamaño de la Comisión Europea y la cuestión de la reponderación de los votos,

acaparan la atención principal.

Las cuestiones o puntos en disputa, consisten, más bien, entonces, en resolver

las interrogantes siguientes: ¿se debe permitir que algunos países puedan

implementar políticas más rápidas en algunas áreas que otros ? ; ¿deben renunciar

a su derecho a veto algunos países, aceptando la simple mayoría ?; si se acepta lo

anterior, ¿cómo se deben ponderar esos votos, considerando el peso demográfico

distinto de cada país? Y, finalmente, ¿cuál debiera ser el tamaño final de la Comisión

Europea considerando que, actualmente cada país grande tiene dos representantes

(“Comisionado”) y los pequeños uno ?.

En este último sentido, la proposición del Presidente Chirac de reducir el tamaño de

la Comisión Europea y aceptar que cada país tenga un solo representante

-renunciando los países grandes al derecho de tener dos- sería tomada como una

proposición ambigua, conduciendo en ocasiones hasta al rechazo, por cuanto, es

también del interés de los países pequeños la existencia de una Comisión Europea

fuerte y, entonces, la implicancia final de la proposición anterior pudiera ser que los

países grandes se van a empezar a saltar ahora la Comisión para tratar los

distintos tipos de asuntos directamente entre ellos, resucitando así el viejo sistema

de equilibrio de poderes que, según algunos, fue el que condujo a Europa a los dos

últimas guerras.

El actual Presidente de la Comisión, Romano Prodi, ya ha efectuado un llamado de

alerta sobre la “preocupante tendencia de los grandes poderes a tratar los asuntos

europeos a través de una relación entre gobiernos”, lo que volvería a la Comisión

Europea -en sus palabras-, ahora sí, en una “auténtico gobierno burocrático”.

Sea cual sea el resultado, se considera, no obstante, que un fracaso en alcanzar

un acuerdo en la proxima Conferencia de Niza, podría retardar el proceso de

ampliación y crear “una enorme frustración entre países que han hecho grandes

ajustes estructurales y un gigantesco esfuerzo para formar parte de la Unión

Europea ya en el próximo año de 2003”

La Conferencia de Biarritz aprobó finalmente una “Carta de Derechos” de la cual se

muestra muy entusiasta el Ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Lamberto

Dini, en una carta dirigida ayer al matutino de Roma, LA REPPUBLICA señalando

que, en su opinión, “la carta provee de una red en torno a la cual construir

gradualmente un patriotismo constitucional europeo” agregando que ella evidencia

también una sensibilidad distinta, incluso respecto a países afines, -dice Dini- como

los EEUU y en relación a temas tales como los experimentos genéticos, los

alimentos transgénicos y la pena de muerte.

Tras la Conferencia de Biarritz, se inicia así la cuenta regresiva hasta la de Niza en

la cual la Unión Europea estará otra vez ante la necesidad de tratar cuestiones

verdaderamente decisivas para su futuro inmediato.-

 

RAL

Heidelberg, (Alemania),

17 octubre 2000