UNA PROEZA DE LA INFORMACIÓN: EL
INSTITUTO IBEROAMERICANO DE BERLIN
(PARTE II)

 


Por Rolando Arturo Leiva
9 de Julio de 1992

 


Realce alcanza también el Instituto Iberoamericano de Berlín en el campo de las
publicaciones. Dentro de ellas, pueden contarse las Series como “Miscellanea
Iberoamericana”; la “Biblioteca Iberoamericana“, publicada a partir de 1959, y en
cuyos últimos volúmenes apareció una segunda versión de la primera crónica
existente sobre Chile, la “Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de
Chile (1558)“, de Gerónimo de Vivar, edición paleográfica, computacional, y con
notas a cargo de Leopoldo Sáez Godoy (1979). Le sigue la serie “Monumenta
Americana“, que se publica desde 1954; las “Fuentes para la historia antigua de
América escritas en lenguas indígenas“, con versión alemana del Popol Vuh y otros
textos Nahuas, además, los “Catálogos de Exposiciones y Libros de Arte“, para
terminar finalmente en las publicaciones periódicas correspondientes a la Revista
“Indiana“ y la Revista “Archivo Latinoamericano“.
Para haber arribado a tales resultados, el Instituto Iberoamericano de Berlín se habrá
empeñado en una trayectoria zigzagueante. Como sede, al ser fundado, se le
asignaron las antiguas caballerizas del Palacio Real de Berlín, que después quedó
situado en la parte oriental de la ciudad. Pero a finales de 1941, se le traslada al
suburbio Berlín-Lankwitz, donde es instalado en las salas de la antigua Villa
Siemens. La guerra, que atronaba en todas direcciones, no parecía desanimar al
Instituto. Logra sí alterar su crecimiento y finalmente dañar parte de su patrimonio.
Se embala a una parte de los libros, y así, 75 cajones son enviados a una casa de
campo. Otros 60 se destin a a los sótanos de la Caballeriza. Pero de esto, nada
retorna después. El agua, el fuego y los saqueos producen bajas en el material
cultural que se estiman en 40 mil volúmenes, libros antiguos, en su mayoría del
Brasil, la Argentina, México, y también de Chile. Se perdería asimismo el Archivo de
manuscritos de Ernesto Quesada que era esencial para la investigación histórica
argentina, y otro número de ejemplares insustituibles. Alrededor del edificio cundían
más tarde los ataques aéreos, que dejarían al barrio donde se instalaba el Instituto
destruído en sus nueve décimas partes, dañando después al propio Instituto que
recibe impactos de artillería y es pasto de las llamas al avanzar la ocupación
combatiente de Berlín. Ya el mismo año 1945, no obstante, y antes que las tropas
de ocupación desalojaran el local, el Instituto puede reanudar sus actividades, sí en
condiciones precarias y a reducida escala. Estrechez del espacio disponible,
ventilación insuficiente y cortes de energía eléctrica constantes, ponían más y más
en jaque a los funcionarios que, pese a todo, y en honor de la información
latinoamericana, persistían en querer ver el Instituto funcionando.
Amenazado de disolución o transferencia inmediata a alguna organización que
pudiera contenerlo, puede salvarse gracias a los esfuerzos del Director de entonces,
Dr Hagen, que logra incluirlo en el presupuesto de la ciudad, más tarde conocida
como territorio de Berlín.
Le sigue a esto un tiempo de interrupción de toda vinculación con el extranjero,
suspensión de toda publicación por falta de recursos, e interrupción también de
todas sus otras actividades culturales. Sólo la Biblioteca era índice que el Instituto
Iberoamericano de Berlín aún sobrevivía. Recibe diversas denominaciones:
Biblioteca Latino-Americana, en 1946; Biblioteca Ibero-Americana, en 1954, pero en
el año 1962, al ser reintegrado a la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano
(Stiftung Preussicher Kulturbesitz), adoptó finalmente el nombre que lo caracteriza
hoy día.
Directores destacados a lo largo de su accidentada historia han sido, por ejemplo, el
ya mencionado Dr Hagel, el Dr Hans-Joachim Bock, y el actual Director, Dr Dietrich
Briesemeister. Su cuerpo científico está constituído por un Sub-Director y ocho
funcionarios permanentes, formando parte del centro cultural creado alrededor de la
“Matthäikirchplatz“ donde, junto a la Biblioteca Estatal, la Nueva Galería Nacional y
la Sala Filarmónica, ofrece amplias y modernas salas que permiten una fácil consulta
a todos los asistentes, científicos, estudiantes y llegados desde todas partes del
mundo.
El Instituto Iberoamericano de Berlín hace pues realidad aquella ciencia conocida en
Alemania como Latinoamericanística. Se trata del estudio en todas su facetas del
continente latinoamericano. Más allá de eso, empero, ha pasado a constituirse en el
gran coloso mundial del arte de coleccionar publicaciones dentro del campo de la
Historia, Literatura, Lenguas, Arqueología, Arte, Ciencias Sociales y Políticas,
Etnología, Música, Ciencias Naturales, etc. que difundan conocimientos sobre
aquellos países donde el castellano y el portugués son hablados.-


Arturo Leiva O.
Desde Europa


(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, el 9 de Septiembre de 1992)