LA GUERRA ÉTNICA


Por Rolando Arturo Leiva
12 de Julio de 1992

 


Desata ya la guerra en Yugoeslavia pasiones que parecen repartirse por toda
Europa. Y es el periódico norteamericano THE NEW YORK TIMES quién, a través
de su símil de circulación europea, califica ahora al Sr Franco Tudjman, Presidente
de Croacia, de “aprendiz de carnicero“, lo considera un remedo de su enemigo, el
Presidente Slobodam Milosevic, de Serbia. Le recuerda que en el pasado fue un
general del ejército comunista además.
Pues es cierto. Mucho de ingenuidad había y hay todavía en aquello de cargar sólo
a una parte, a Serbia, todas las atrocidades cometidas en una guerra horrible. Es
que es la guerra étnica, donde el salvajismo resulta un componente natural y el
medio a usar. Si los salvajismos aparecían por el momento concentrados en un parte
o un sólo bando, no significaba que no existiera la potencialidad a usarlo por todos
los bandos en lucha. No comprendía en verdad Occidente la mecánica de la guerra
entre Etnías. Atinadamente, -como lo dijo una vez un comentarista norteamericano-,
en el conflicto étnico la solución no se debe alcanzar por mayoría sino por consenso.
Roto éste, enfrentándose los pueblos como pueblos, donde uno es la amenaza del
otro, la guerra se va a ejecutar ya al nivel de la sobrevivencia. Una víctima es sólo
reemplazada por otra, al caído lo representa sólo otro caído, es decir, bosnio por
serbio, serbio por croata o al revés. En la guerra étnica, los rivales son considerados
apenas mercadería humana que diferencia únicamente el signo étnico que poseen.
Acuerdos políticos, territorios, y aún compensaciones de toda índole no surten
efecto. Está en juego el derecho a existir y a no ser hecho desaparecer por los otros.
Hay sorpresa ahora porque las fuerzas croatas que supuestanmente acudían a la
liberación de Bosnia-Herzegovina, están dando señales de querer dejarse para sí
una tajada del territorio que decían querer liberar. Es que las tropas croatas, que al
principio habían penetrado a zonas sólo con mayoría croata al interior de Bosnia-
Herzegovina, no se han detenido, sino avanzan ya inconteniblemente más al interior
y capturan en este momento la ciudad de Mostar, característica por alzarse en ella
las mezquitas de estilo musulmán y los puentes de arquitectura turca, sobre la base
de una población combinada eslava, musulmana, serbia y croata.
El Sr Tudjman lo que está haciendo, por tanto, es poniendo en práctica un programa
expansionista y no otra cosa, dicen los críticos. Y se le reprocha que, además,
anima ahora, desde una posición de fuerza, a los croatas de Bosnia-Herzegovina a
proclamar su propia independencia para así tener pretexto para anexarse esa parte
del territorio que ocupan. No puede sorprender nada de esto, en la guerra donde el
único enemigo es un pueblo por ser de signo étnico distinto, resulta consustancial.
Claman algunos que se debe impedir que Croacia se erija en el salvador de los
croatas de Bosnia-Herzegovina, así como también se debe impedir que Serbia se
proclame la salvadora de los serbios en Bosnia-Herzegovina. Pero el mismo
mecanismo es el viciado, y viciado desde mucho tiempo atrás. Comenzó a viciarse,
-apenas se perfilaba el conflicto secesionista- con el imprudente e irrazonado
reconocimiento de Croacia y Eslovenia que impulsó Alemania, -que ahora arma a los
croatas-, en contra de la voluntad de toda la Comunidad Europea y los EEUU,
supuestamente porque ello iba a terminar rápidamente el conflicto. Son serbios y
bosnios los que nos han dicho, por eso, con voz a la que la tristeza satura: “A esta
guerra se la comenzó desde afuera. Fue la Comunidad Europea, con su
imprudencia, su adelantarse a la evolución que estaban tomando los sucesos,
-parecida al resto del los países del sistema soviético- la que lo hizo“.
Como el cuadro en que se desenvuelve el conflicto empieza ya a cambiar, se exige
entonces a Croacia que debe respetar los derechos de los serbios que residen en
ese país, y se ve al Sr Tudjman como alguien que está animando a su expulsión, lo
que produce que Serbia pueda entonces justificar su necesidad de crear una fuerza
policial y de autodefensa transnacional que los defienda. La guerra en Yugoeslavia
empieza a aparecer más como el fenómeno que es: algo de responsabilidad
compartida.
En realidad, -dice el NEW YORK TIMES- el Sr Tudjman se está comportando como
el antiguo general comunista que una vez fue, y no como el demócrata que señalan
sus partidarios. Los horrores de una guerra étnica terminan a todos por contagiar e
inflaman el lenguaje aún de aquellos situados lejos del teatro principal de los
hechos.-


Arturo Leiva O.
Desde Europa


(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, Diciembre de 1992)