Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte VIII
LAS PÁGINAS CONMOCIONANTES DE LA
HISTORIA ITALIANA ACTUAL: EL ATENTADO
AL JUEZ PAOLO BORSELLINO EL 19 DE
JULIO DE 1992 EN PALERMO
Por Rolando Arturo Leiva
8 de Junio de 1994.
Lo que se verificó en Palermo el 19 de julio de 1992, marcará la conciencia política
italiana en el tiempo como ningún hecho había sido capaz de hacerlo antes. Esa
conciencia va a estar destinada después a perdurar. Conviene por eso retroceder a
los detalles para no perder de vista las cosas tal como fueron vividas.
Era -como diría el comienzo de una clásica historia- un domingo caluroso de julio
de 1992 en Palermo, Sicilia. El encadenamiento de circunstancias que costarían la
vida al juez Paolo Borsellino, -quién había recogido con singular valor el estandarte
caído después de la muerte de su amigo Falcone-, se iban a producir, -en apretada
narración- así:
Dábase en aquellos tiempos una muy estrecha lucha contra la Mafia, especialmente
después del primer atentado, y por tanto, el dispositivo de seguridad de un juez
como Paolo Borsellino debía considerarse perfecto. El juez se había transformado
casi en un prisionero de sus medidas de seguridad. Todo lo que involucraba su vida,
amigos, familiares, trabajo, residencia privada, y desde luego los desplazamientos
diarios, estaban cubiertos. Después de la desaparición del ilustre colega Falcone,
Borsellino se había hecho característico por una mirada triste que salía de sus ojos
cada vez que lo fotografiaba la prensa. El habitaba en realidad un mundo de pasos
calculados, infectado de trampas y traiciones, de sospechas generales, en el
cargado ambiente judicial de Palermo, y si a esto se agregaba el mismo horror de los
hechos, producía una atmósfera pesada y viscosa.
____________________________
* Este es el octavo artículo de la Serie ADONDE VA ITALIA que continúa en los números
subsiguientes de EL DIARIO.
Por todo ello, el sucesor de Falcone ya había empezado a dar muestras de
desmoralizacioón. Sus pesquisas, -vista la imposibilidad de resolver de conjunto una
situación de esas proporciones, y como explicaría él mismo en una entrevista de
prensa realizada poco antes del atentado-, estaban orientadas a concentrarse más
bien en puntos concretos, por ejemplo, interrogar más a fondo a algún
“arrepentido”(**), encontrar, en fin, evidencias concretas y no especular.
A mediados de la semana del 11 de julio de 1992, Borsellino telefoneará a la casa
de su hermana para prometerle una visita el próximo domingo en la tarde. A ella
debía concurrir como siempre con su escolta, formada por una comitiva de dos
automóviles, ambos blindados y realizar así lo que no debía pasar de ser un acto de
rutina familiar más. Pero en lo inadvertido radica siempre el peligro. La Mafia ya
había logrado interceptar la llamada de Borsellino a su hermana colocando un
infiltado en los servicios telefónicos. Y así, la brecha en el sistema de seguridad, -y
que nadie podía haber previsto y que explica además todo lo que va a suceder con
brutalidad alucinante el siguiente domingo-, se había ya producido.
El día fijado, puntualmente va a aparecer en el lugar de la cita Borsellino, y ya, a
veinte metros de la entrada del edificio donde reside su hermana, se encuentra
estacionado un pequeño vehículo cargado hasta el tope con explosivos. Se dirá
después que ésos son los más sofisticados explosivos que existen, exclusivamente
de propiedad de la OTAN (NATO). Borsellino, ajeno a todo, desciende con
tranquilidad de su automóvil frente a la puerta del edificio y pocos metros más allá, lo
hacen los cinco miembros de su escolta que caminan detrás de sus pasos. Su último
acto será pulsar el timbre del departamento de su hermana para anunciar su
presencia. En esos momentos precisos, un pequeño chasquido, sonido típico que
produce el telecomando, activa la bomba. A continuación ocurre la gigantesca
explosión. De Borsellino y su escolta, no habrán de encontrarse poco después, más
que restos, pedazos calcinados y fragmentos del cuerpo. Una semana después, en
el sexto piso de un edificio, se encuentra una mano. La sobrecogedora explosión,
ha arrasado además todo lo que ha encontrado a su paso, en cien metros a la
redonda, el frontis de los edificios luce pulverizado, las ventanas han sido
arrancadas de cuajo y la calle se encuentra repleta de pedazos de muros, mientras
los residentes descienden por decenas a ésta mostrando rastros de sangre y
heridas.
La noticia de que se ha producido un nuevo atentado de esas proporciones, deja a
todos paralizados de espanto. Cuando hay una confirmación, es recibida con llantos
y algunos deciden acudir al lugar de los hechos a mirar con impotencia lo que sus
ojos se van a resistir a creer. A lo largo de toda Italia se generan tumultos. La gente
se agolpa frente a las agencias de noticias y levanta los puños y grita con rabia.
Diversas personas entrevistadas responden con desesperación en la voz. Muchos
declaran francamente que Italia se ha transformado en un país donde ya no vale la
pena vivir. El gobierno está como con el habla perdida. Pero todas las miradas lo
acusan, pues, quién, sino él, -piensan todos-, puede ser el responsable que la
delincuencia organizada haya llegado a tal grado.¿Qué más puede pasar en Italia
después de esto?, se pregunta la gente.La Mafia ya ha superado en poder al Estado
_______________________
** Arrepentido (en italiano, pentito) es el nombre que se otorga a los miembros de la Mafia que han
decidido colaborar con las autoridades.
y se ha vuelto más fuerte, es la opinión general. Las declaraciones oficiales arriban
por eso muy a destiempo, cuando ya todos los hechos están consumados, y muchos
se acuerdan en ese momento que tampoco hay ningún detenido por el crimen de
Falcone ocurrido hace apenas dos meses atrás.
Pero resta todavía algo más en este episodio. Las autoridades de gobierno deciden
acudir a los oficios fúnebres, -por lo menos de los cinco miembros de la escolta-,
pues la viuda de Borsellino ha anunciado sus deseos de realizar un oficio privado. La
presencia del Presidente de la República Italiana, Oscar Luigio Scalfaro y del
Presidente del Consejo de entonces, Giulio Amato en la Iglesia, va a desencadenar
sin embargo un hecho inaudito. Los propios miembros de la policía reunidos allí para
despedir sus cinco compañeros caídos, rechazan la presencia de ambos. En el
momento menos pensado, las manifestaciones se inician cuando un policía grita
atronando el silencio: ”¡la Mafia está aquí!“ señalando con el dedo a Scalfaro y
Amato. Entre escupitajos, gritos, patadas, silbidos y monedas arrojadas por los
policías, abandonan la iglesia los más altos dignatarios del Estado italiano, vejados,
abucheados por la propia policía, el poder del Estado por excelencia, desacato sin
precedentes en un Estado modermo.
Italia yace desplomada, agotada, vencida, ha sido superada por sí misma, y se
muestra como un retrato de horror impotente.
El atentado contra Borsellino inaugurará así un sentimiento de intolerabilidad hacia
estos hechos que resultará clave más adelante para comprender el devenir de los
nuevos sucesos. Será además un factor de explicación de porqué se producirán
ciertos acontecimientos más tarde, cuando llegue el momento de pensar una
solución política definitiva.-
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 12 de Agosto de 1994.)
Continúa en La Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte IX
ITALIA: LA DURA TAREA DE INTERPRETAR EL PRESENTE