Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte X
ESTADO ITALIANO, O CÓMO SE ARTICULA
EL ASISTENCIALISMO CON LA INEFICACIA *


Por Rolando Arturo Leiva
10 de Junio de 1994


“Asistencialismo más ineficacia“. Ajustada expresión, proveniente en cierto modo del
artículo de Francois Vitroni, quen calificó al Estado italiano de “normalizado en la
ambigüedad“ (LE MONDE DIPLOMATIQUE, julio de 1993, pp 12-13).
Ciertamente, el Estado italiano ha sido el nudo mayor del problema, objeto de
repetidos embates, especialmente los que le ha dirigido la Lega Nord bajo la
bandera del federalismo y su corolario, el fin del Estado unitario. Uno de los
exponentes de este partido, señalaba por ejemplo hace algún tiempo. “Nosotros no
queremos seguir financiando el sur de Italia, improductivo, con nuestros impuestos,
tampoco vamos a permitir que el Estado aproveche nuestros recursos para obtener
con ellos un apoyo que no merece realmente“. Alusión por tanto muy directa, al rol
del asistencialismo en el Estado italiano, particularmente en el sur del país. Por
eso, -pareciera argumentar la Liga-, en la sociedad de nuestros días, una parte de
la miseria y la pobreza aparentemente el Estado moderno la requiere para así
justificar su rol y con ello desarrollar el clientelismo y el patronazgo, eternizando el
poder de los que son elegidos para que concedan determinados favores. Con
ciudadanos colocados al mismo nivel y capaces de valerse por sí solos, ello no
sucedería en tal forma.
La característica más decisiva de Italia en la hora presente parece ser, pues, su
división en tres zonas: un centro que monopoliza el poder, y dos polos extremos, el
septentrional y el meridional. Sin embargo, no sería inútil preguntarse al mismo
tiempo: ¿semejante tendencia a la zonificación, no resulta ser en realidad una
característica de cualquier país, por ejemplo del mismo Chile?. A su cualidad
esencial, la del asistencialismo, habría agregado, sin embargo, Italia otro
componente típico, solamente de este país: la ineficiencia de ese mismo Estado.
Especialmente se la advierte en el área de los servicios públicos. Lo concreto es
que, -tal como lo dice la queja constante del público italiano- el concepto de cosa
pública parecería estar completamente ausente del modo de ser de este pueblo.

Los dos factores reunidos explicarían entonces la razón por la cual el Estado italiano
actual ha pasado por momentos extremos en cuanto a la legitimidad que se le ha
reconocido. El drama principal, los servicios público, desataban hasta no hace
mucho las iras de la población día a día. Aquéllos, -se decía- no parecían realmente
servicios, sino más bien favores que parecían ejecutar los que trabajaban en ellos.
Quienes se encontraban al interior de los mismos, lo hacían primero protegidos por
alguien, éste a su vez se encontraba protegido por otro, y ello continuaba con el
siguiente y el siguiente llegando hasta el mismo Jefe de Estado. Trabajar realmente,
a ninguno parecía de verdad importarle, cumplir mejor o peor su función, no venía a
ser lo decisivo, sí que el protector estuviera a la mano. Los servicios, parecían
entonces gobernados por grupos de amigos en vez de por funcionarios y en cada
uno de ellos el trabajo se hacía a su medida, desde el cobrador de un tren hasta el
funcionario superior de cualquier Ministerio. La norma general, esa que encandila
por ejemplo al alemán, era tranquilamente pasada por alto. La relación, lealtad a
cambio de protección terminaría entonces por amenazarlo todo. Pero, ¿no habría
que decir, quizás, que este fenómeno no resulta exclusivamente italiano?. Lo italiano
parece ser esa capacidad -que al visitante en Italia llega a parecerle simpática-, de
saltarse las normas. Hace poco un columnista del INTERNACIONAL HERALD
TRIBUNE indicaba por ejemplo que, cuando se trataba de diseñar una nueva política
de salud en los EEUU, el analista se encontraba con que aparecían en la pantalla
del computador no menos de mil grupos de intereses alrededor de esa área. No
obstante, la contradicción también se siente muy fuertemente en Italia, pues la
cara opuesta de su Estado, más bien precario en dicho sentido, vendrá a ser, por el
contrario, exageradamente formal, hasta el absurdo.
Interesante será entonces analizar en el futuro cómo el Estado italiano evolucionará,
tratando de superar la fórmula “asistencialismo más ineficacia, o de lo contrario los
grupos de intereses pasarán a sustituirlo. Quizás ello ya se encuentre ocurriendo con
Berlusconi quién, como lo planteó un célebre caricaturista alemán hace muy pocos
días-, parece haber llegado a encontrar la fórmula para privatizar al Estado (!). La
yugoeslavización de Italia podría, en cambio, ser la otra alternativa trágica.
Para ser justos, habría que agregar, sin embargo, que un sector social, si bien no
político, vino a salvar la cara nacional del Estado en Italia y así éste no perdió la
última legitimidad que le estaba quedando: nos referimos a la magistratura italiana,
(en español, judicatura) que sorprendió y descubrió la Tangente y la Tangentópoli y
comenzó a procesarlas.
El proceso político futuro italiano, va a traer de esta manera seguramente algunas
sorpresas. El Estado normalizado en la ambigüedad, parece constituir el modo
natural de ser italiano, pero la agravación de lo mismo podría seguramente dar
forma ya a un nuevo fenómeno político, quizás siempre ambigüo, pero que podría
ahora ser catastrófico. Lamentablemente, hay precedentes en ese país que ya son
conocidos.-

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* Este es el décimo artículo de la Serie ADONDE VA ITALIA que continúa en los números
subsiguientes de EL DIARIO.


Arturo Leiva O.
Desde Europa


(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 17 de Agosto de 1994.)
Continúa en La Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte XI
LA POLÍTICA ITALIANA EN UN MOMENTO CRUCIAL: LA CAÍDA
DEL PODER DE BETTINO CRAXI (Diciembre de 1992)