LA CLONACION HUMANA PARECE SER YA

SÓLO COSA DE TIEMPO

 

Por Rolando Arturo Leiva

17 agosto 2001

 

Heidelberg (Alemania) - Todos los síntomas indican que el proceso que se abriera

en febrero de 1997 con el nacimiento de “Dolly” -la oveja hembra “clonada” o copia

idéntica de otra viviente- ya no logrará ser detenido. Desde esa fecha en adelante,

sectores importantes de la comunidad internacional se han mostrado de acuerdo en

prohibir la clonación humana reproductiva en todas sus formas. Pero el desarrollo

extraoficial de la ciencia en tal dirección, ya casi no puede ser contenido, y ello, en

primer término, porque la clonación humana resulta ya ser plenamente factible en

el plano científico-técnico, y en segundo lugar, por no haber en realidad ninguna

fuerza legal que la pueda impedir.

 

Muchos de estos aspectos quedarían ampliamente en evidencia con ocasión del

encuentro sostenido en Washington DC el 7 de agosto pasado por las Academias

nacionales de USA, y cuyo fin era revisar los avances producidos en la clonación

animal -que se practica ya a la más amplia escala, desde ratones a monos- y el

estado actual de los conocimientos en ese sentido. Toda la comunidad científica

reunida en esa ocasión, se mostraría plenamente de acuerdo con las disposiciones

legales vigentes, en el sentido de prohibir absolutamente la clonación humana

llamada reproductiva. Pero frente a ello, harían su aparición tres exponentes de una

posición contraria y que serían calificados como “los heréticos” o “los

francotiradores”, los cuales permiten sin embargo ilustrar las dimensiones que ya ha

alcanzado el problema.

 

En tal caso estarían principalmente el biólogo norteamericano Panayiotis Michael

Zavos, de la Universidad de Kentucky, el ginecólogo italiano Severino Antinori, y la

Doctor en química franco-norteamericana, Briggite Boisselieur, de la Universidad de

Dijon y Houston. Los tres hablarían ya no tan sólo a favor de la práctica de la

clonación humana, sino más explícitamente aún, de su disposición a efectuarla en

cualquier momento. Quién iría más lejos en tal dirección, sería el Dr Antinori

declarando que, si fuera necesario, él estaba preparado para transportar su equipo a

un barco que navegara en aguas internacionales y así poner en práctica la

clonación humana sin que lo impidieran, o bien trasladarse a algún país donde esa

prohibición no rigiera. Es importante considerar en este sentido, que tanto él como

Zavos, no darían solamente una opinión favorable a la clonación humana en

contraposición al resto de sus colegas. En realidad, se limitarían a comunicar

prácticamente una decisión ya adoptada.

 

Con respecto a la tercera colega, la doctora Boisselieur, ella efectuaría

aproximadamente lo mismo. Directora científica de la sociedad Clonaid, ubicada en

Las Bahamas, la doctora brindaría por un lado muy poca información acerca del tipo

de actividad en que se ocupa actualmente, limitándose a decir sólo que estaba

trabajando sobre las llamadas “células troncales del embrión humano” (stem cells) y

en la clonación de bovinos, pero agregando que también realizaba “avances sobre

la clonación humana en otro país donde la ley no se opone”, todo esto sin precisar

de qué país se trataba.

 

El hecho, entonces, de que una declaración semejante pueda ser efectuada

respecto a una práctica que está prohibida, lo que a esos profesionales no parece

importar; en segundo lugar, que no se considere que lo anterior pueda ser causa

suficiente para perder los cargos universitarios que tienen; y en tercer lugar, que

no por ello esos profesionales dejen de obtener el importante apoyo financiero con

el que deben contar para poder impulsar tales proyectos, demuestran el estado a

que ha llegado el problema y que no es otro que, -por lo que aquellas circunstancias

demuestran-, lo más probable es que el primer caso de clonación humana va a

aparecer de pronto y como un hecho ya consumado.

 

Los tres “heréticos” -como han sido llamados- criticarán también las conclusiones de

resto de la Conferencia en relación a la alta tasa de fallas que muestra al presente

la clonación animal -y que se practica ya a amplia escala- lo que se traduce en

numerosos abortos, muertes de los animales clonados al nacer o a poco de haber

nacido, y la presencia en ellos de grandes deformaciones físicas e incapacidades, y

que los hacen comparables a menudo a mutantes o a monstruos reales.

Según “los disidentes” la tasa de fracasos actuales en la clonación animal no debe

ser mirada con mucha extrañeza ya que se aproxima al de la reproducción normal, y

en cambio, -sostienen- la clonación animal “suministra ya todas las informaciones

que eran necesarias para entrar a la clonación humana”, como afirmaría Brigitte

Boisselieur.

 

Para una opinión crítica europea, como es el vespertino francés LE MONDE, las

“amenazas” -en realidad los anuncios- de los disidentes y en particular de Antinori,

“ilustran plenamente el embrollo médico-jurídico que existe hoy día a escala

planetaria en materia de clonación y de asistencia médica a la procreación”,

aludiendo en un editorial a la posibilidad de la clonación humana, -que ese

periódico califica como “la tentación de lo peor”, en referencia a la posibilidad de

fabricar seres humanos en copias-, como que “parece que la instrumentalización

de la reproducción será ya difícilmente frenada”.

 

En este último sentido, instituciones tales como el Parlamento Europeo, el Consejo

de Europa, la Asamblea de la ONU y recientemente la Camara de Representantes

de los EEU, por amplia mayoría, han declarado la necesidad de prohibir todas

aquellas formas de clonación humana conocidas como “clonación reproductiva”, en

oposición a la llamada “clonación terapéutica”, que consiste en sacar del embrión

humano células sanas de la misma persona que padece de una afección, para

reinsertarlas en el órgano enfermo con finalidad curativa, y respecto a la cual, existe

un grado mayor de consenso, especialmente después del reciente discurso de Bush

en tal sentido, prometiendo financiamiento estatal para esos proyectos.

Sin embargo, da toda la impresión que el desarrollo “espontáneo” de la clonación

reproductiva terminará superando el peso de las prohibiciones, desde el momento,

primero, que no se la considera todavía un delito penal y en segundo lugar, pero

aún más importante, no se impide el otorgamiento de fondos para desarrollarla.

Y llegado el momento, entonces, de tener el primer caso de clonación humana o

de un individuo copiado, será difícil impedir ya que esto pueda proliferar a millares.-

 

RAL

Heidelberg, Alemania,

17 agosto 2001

 

(Una versión de este artículo fue publicada en el periódico digital Primera Línea, de

Santiago de Chile, bajo el título de "La Clonación Humana Parece Ser Cosa de

Tiempo", por Rolando Arturo Leiva desde Heidelberg, 19 de agosto 2001)