Situación por Países. Vaticano.
NUEVA DIRECCIÓN DE POLÍTICA DOCTRINAL
EN LA IGLESIA CATÓLICA
Por Rolando Arturo Leiva
11 agosto 2007
(Ciudad del Vaticano, Roma, Italia). La Iglesia Católica con sede en Roma, parecía
empeñada en una elaboración completamente nueva de su Política Doctrinal, en lo
que los críticos del documento emanado ahora por parte la sede de la Nunciatura,
calificarían como un completo paso atrás de las conclusiones del Concilio Vaticano
II, y de existencia en los últimos 40 años trascurridos desde esa fecha, de una
nueva política ecuménica.
En lo sustancial, el nuevo documento emitido por la Iglesia Católica, niega hasta la
calidad de ser Iglesias a las dos congregaciones cristianas más importantes después
de la católica, que son la ortodoxa y la protestante, si bien no niega que estén
provistas de elementos de verdad y santificación.
El documento, sería elaborado por el Cardenal norteamericano William Levada,
Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que hereda ese cargo del
mismo Papa actual, Benedicto XVI.
El documento, no es así más que la reiteración de lo que el mismo Joseph
Ratzinger, -nombre anterior del Papa-, planteara ya el año 2000 en el documento
Dominus lesus, y que desató en ese entonces una enorme polémica entre sectores
cristianos no pertenecientes a la Iglesia Católica, obligando a retirarlo.
Mediante el documento actual, se declara que sólo la Iglesia Católica posee la
verdad integral del cristianismo. Fuera de la Iglesia Católica, -considera el
documento-, no hay verdadero cristianismo.
La iglesia de Cristo, subsiste sólo en la Iglesia Católica, continúa afirmando la Nota
de la Doctrina de la Fe, y sólo en ella permanecen también los elementos que
incorporara el mismo Cristo en persona.
Aunque las otras Iglesias, principalmente ortodoxas y protestantes, no se encuentran
desprovistas de elementos de verdad y santificación, desde el momento que no son
fieles a la herencia católica, no pueden llegar a adquirir una auténtica plenitud
religiosa, afirma asimismo el documento.
Si bien se considera a la iglesia ortodoxa, desde todo punto de vista, como la más
cercana a la católica, no obstante, debido al hecho ante todo de que esta
concepción cristiana coloca en el mismo plano de autoridad a todos los obispos y no
reconoce la preeminencia papal, demuestra con ello una deficiencia fundamental, y
esto hace que no pueda ser considerada, ni ella ni sus diversas ramas, sino como
iglesias particulares locales.
En cuanto a las iglesias protestantes, no se las puede considerar iglesias en el
sentido de la palabra, sino deben ser definidas más bien como “comunidades
eclesiásticas”, reconociendo la herida que esta definición va a causar,como admite
el autor del documento.
Desde el momento que a estas iglesias les falta los “elementos esenciales” de la fe
católica, -se continúa afirmando- y que propugnan además el sacerdocio universal
de los fieles, considerando al pastor o al predicador solamente como una función y
no un ministerio sagrado, han roto así con la tradición apostólica, y entonces, su
apostolado y sacerdocio, no resultan válidos, ni tampoco su concepción de la
Eucaristía, no es ni auténtica ni integral.
En diversos círculos ligados a las comunidades eclesiásticas, se consideraba que
estas afirmaciones iban a exacerbar hasta el extremo la rivalidad entre las diversas
congregaciones cristianas, las cuales se sienten todas con el mismo título para
considerarse tales, y -tal como han hecho ver diversos críticos del documento
anterior-, coloca a la Iglesia Católica en una posición de intolerancia y no
ecumenismo, que no se había visto en los últimos 40 años.
Para muchos, estas consideraciones significan también rebatir, palabra por palabra,
los principios de fe enunciados en el Concilio Vaticano II.
La declaración y el documento anterior, suscitaría en la práctica una reacción
inmediata desde diversos sectores cristianos haciendo ver su oposición a la misma.
Para el Consejo Ecuménico de las Iglesias, que agrupa a 347 iglesias protestantes y
ortodoxas, ninguna iglesia puede afirmar que es la totalidad de la Iglesia de Cristo, al
tiempo que una iglesia protestante en particular, calificaría el texto papal como algo
destinado solamente a reanimar las tensiones.
A su vez, en otros sectores, se ha considerado a la Nota papal como un documento
que vuelve a crear el ambiente de intolerancia que precedía al Concilio Vaticano II.
En general, en diversos círculos ligados a las distintas iglesias se consideraba que
las reacciones negativas al documento papal iban a seguirse manifestando, y
ninguna de las congregaciones protestantes iba a aceptar en particular que su
calidad de ser una iglesia pudiera ser cuestionada en tal forma.
A juicio también del verpertino francés LE MONDE, tal manera de opinar, afirmando
que la Iglesia Católica es la única que posee la verdad, no podrá dejar contento sino
al sector “más identitario y dogmático de la iglesia católica romana”. Detrás de un
argumento técnico, -continúa el diario francés-, y de una aparente fidelidad a la
letra del Concilio Vaticano II, “es el mismo espíritu de diálogo que se había abierto
entre las distintas confesiones cristianas el que ahora sufre una brusca ruptura”.
Por Rolando Arturo Leiva
Heidelberg, Alemania
11 agosto 2007
(Una versión de este artículo fue publicada en el Sitio Web InterEuropaReporte año 2007)