ELECCIONES GENERALES DE ALEMANIA
REUNIFICADA
Por Rolando Arturo Leiva
4 de Diciembre de 1990.
Se celebraron el domingo 2 de diciembre pasado (1990) las primeras elecciones
conjuntas de Alemania, reunidas ahora su parte este y oeste. Unas elecciones
semejantes no habían tenido lugar en Alemania desde el año 1932, el año previo de
la subida de Hitler al poder, después de lo cual toda elección fue suprimida.
Un primer análisis del evento, coloca al partido del actual Canciller, Helmut Kohl, de
la Unión Demócrata Cristiana (CDU), como claro triunfante, frente a su contrincante,
el candidato del SPD -Partido Socialdemócrata Alemán-, Oskar Lafontaine.
Hasta el cierre de esta edición, la CDU de Kohl obtenía el 44,5% de los sufragios en
la Alemania Occidental, y el 41,8% en a ex República Democrática Alemana, siendo
el porcentaje general, uniendo las dos Alemanias de un 43,8% para la CDU.
Se interpreta el resultado anterior como un respaldo a la política de unidad alemana
llevada a cabo por el gobierno de Kohl desde hace aproximadamente un año atrás,
cuando cayó el muro de Berlín. La votación de la CDU es practicamente igual a la
obtenida hace dos años atrás, pero dentro del supuesto desgaste que debía
experimentar el gobierno por su desempeño en el tema reunificación y las críticas
recibidas por la participación de Kohl, adquiere las proporciones de un triunfo,
conllevando además un significado personal para el actual Canciller. Con el
porcentaje anterior, La Democracia Cristiana alemana no ha obtenido sin embargo la
mayoría absoluta, obligando a conservar la coalición de gobierno actual que integran
los liberales (FDP) -que aparecen con un porcentaje ligeramente mejorado en
relación a dos años atrás- y la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, aquel
partido de Franz Joseph Strauss que no existe más allá de esa región.
En la parte contraria, la elección ha resultado en una fuerte derrota del Partido
Socialdemócrata Alemán y de su candidato Oskar Lafontaine, el que aparece
descendiendo un 2,7% en relación a la última elección de Alemania Occidental, y
obteniendo un 33,5% total, cuando sus expectativas eran de algo así como un 40%.
El SPD ha visto hasta aquí con ojos críticos el cómo se lleva el proceso de
unificación alemana, pero al final no logró enunciar una posición verdaderamente
propia y aceptó, aunque de mal modo siempre, las medidas que criticaba. La figura
personal del candidato Lafontaine aparece también golpeada por el descalabro
electoral, después que intentara presentarse como una figura de alternativa a Kohl.
Es considerado unánimemente catastrófico, el resultado que obtienen Los Verdes
(Die Grünnen) que, al cierre de la presente edición, no llegaban al 5% necesario
para tener algún asiento en el Bundestag, el Parlamento alemán. Los Verdes han
sido el partido verdaderamente crítico al proceso de reunificación alemana,
motejándola en algunos casos como algo no digno de apoyar. Pero el partido
asumió ante al opinión pública un carácter contradictorio al aparecer vapuleado por
distintas tendencias internas sin que lograra levantar una alternativa convincente.
Notablemente, el PDS, partido de los ex comunistas de la anterior República
Democrática Alemana, ha arribado al 11% en esa parte del país, -si bien apenas
obtienen un 0,3% en la Alemania Occidental-, con los cual alcanzan cerca de 17
bancos en el Parlamento.
Resulta bastante claro advertir que si las principales fuerzas políticas se han
mantenido casi bordeando sus posiciones anteriores, mostrando todos alzas y
descensos más bien leves, la principal descapitalización política afecta a Los
Verdes, lo que vendría a significar que una parte de electorado de ese partido votó
por los socialdemócratas, -tratando de apoyar a la única alternativa existente contra
Kohl que era Lafontaine-, pero a la vez, un porcentaje de los socialdemócratas
habría votado por alguno e los dos partidos de la coalición gobernante, y con
bastante probabilidad, por los liberales del FDP.
La elección muestra, finalmente, cómo la política de reunificación emprendida por
Kohl ha terminado por ser aprobada por la mayoría, a despecho de las críticas que
levantara ésta al principio, cuando se la acusó de intentar reconstruir -bajo el
pretexto de la unidad alemana-, la fuerza del Estado alemán, y no una sociedad de
un nuevo carácter que habría aprendido las lecciones de una guerra donde llegó al
límite de su existencia. Aparece también el Canciller actual como persona que
conquista éxitos, no obtenidos quizás merced a la fuerza de sus argumentos, pero sí
mediante la fuerza de los hechos consumados ya irreversibles.
La propaganda de la CDU se basó en la consigna de ”Kohl, Canciller para
Alemania”, acompañada por tres slogans: “Libertad”, “Bienestar”. “Seguridad”. La
consigna usada por el SPD de Oskar Lafontaine fue, por su parte”, “El Nuevo
Camino”, “Vota por la Moderna Alemania”, pero finalmente para los electores
alemanes no pareció quedar suficientemente claro de cuál camino se trataba ni
adonde conducía.
El resultado de la elección produce, pues, no grandes cambios a futuro el Alemania,
volviéndose, a contar de ahora, dos figuras,los más genuinos representantes del
proceso de unidad alemana: Helmut Kohl, el actual Canciller, y Hans Dietrich
Genscher, su Ministro de Relaciones Exteriores, de los liberales.
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO - (Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 28 de Febrero de 1991.)