LA SIGNIFICACIÓN DE UN CONFLICTO
Por Rolando Arturo Leiva
25 de Enero de 1991.
Se abren los fuegos en el Golfo Pérsico, y sin embargo no resulta todavía inútil
reflexionar algo sobre el significado del conflicto y sus repercusiones, a la luz del
desarrollo dramático de los acontecimientos actuales.
Es conveniente en primer término recordar que la ocupación de Kuwait por fuerzas
militares iraquíes y con ello el desafío a casi la totalidad del mundo industrial que
tenía localizado allí uno de sus suministros de energía más importantes, se produce
apenas ocurrido un cambio muy significativo en las relaciones mundiales, el más
decisivo probablemente desde la Segunda Guerra Mundial. En efecto, el año 1990,
marcó el fin de aquel sistema mundial basado en la competencia de dos bloques,
cada uno representado por una gran superpotencia, las cuales estaban
inevitablemente destinadas a enfrentarse apenas ocurriera un conflicto trascendente
en el mundo. Como resultado de este cambio, el grupo de países más típicamente
representantes de la sociedad calificada de occidental-capitalista, adquirió una
posición de preeminencia casi indiscutida, mientras la superpotencia que lo
representa, -los Estados Unidos de Norteamérica-, asumió la posición de un poder
militar prácticamente incontrarrestado, como si hubiera directamente salido triunfante
de la larga y desgastante confrontación con la Unión Soviética.
Por tanto, el conflicto creado con la ocupación de Kuwait no puede producirse en
condiciones más desventajosas para Irak ni comprometer tanto cualquiera de sus
posibilidades de victoria. Tampoco el conflicto puede ser entendido en los términos
que regían antes, -de la vieja antinomia capitalismo/comunismo-, pues los dos
exponentes de ambas tendencias, se encuentran hoy día, principalmente, más en
proceso de acercamiento que de oposición.
La interpretación de que esta situación se habría producido como resultado de la
hegemonía mundial que intenta ejercer un grupo de países del mundo capitalista, no
es asimismo muy creíble, desde el momento que el fin de la bipolaridad mundial, ha
dejado, como nunca muchos caminos abiertos para la evolución de algún país en
particular. Prueba de lo mismo, es el propioi Irak, que consiguió erigir su poder militar
en base a armamentos vendidos en parte por las propias potencias a las que ahora
se enfrenta. Reflejo del carácter extraño a cualquier posible legitimación del conflicto
creado por la acción de Irak, es la resolución de las Naciones Unidas, con su
ultimátum subsiguiente, donde el organismo mundial aparece suscribiendo una
extremadamente drástica y unánime condena. Como resultado de ello, Irak ha sido
conducido a una de las situaciones más solitarias protagonizadas jamás por un país
en el último tiempo.
Difícilmente, además, la ocupación de Kuwait podría ser ligada a los intereses de la
causa árabe, que al presente no está identificada con objetivos tan radicales. La
ocupación de Kuwait lleva más bien a aumentar su poder militar solamente a Irak,
otorgándole a él, como a su Presidente Sadam Hussein, la posibilidad de dictar su
voluntad a los restantes países de la región, y la relación de ello con la causa árabe
es remota. El hecho que, -aparte de manifestaciones de simpatía afines a las
posiciones extremas ocurridas al interior de algunos países-, ningún Estado árabe
como tal participe en la acción, es la mejor prueba que la mayoría de los árabes
está muy distante de sentirse interpretados por Irak.
Finalmente, si dentro de los términos de la relación mundial vigente anteriormente,
con dos bloques, el conflicto de Estado a Estado, con fuerzas militares regulares
planteado por un país aislado del Tercer Mundo contra dos o tres potencias militares
como EEUU, Gran Bretaña, Francia, era ya una alternativa impensable, en la
situación actual significa arriesgar a ese país a sufrir una devastación completa y
total, y nunca fue planteado, siquiera como posibilidad. Estos aspectos del
comportamiento asumido por Irak en la presente crisis, particularmente por la
influencia que se atribuyen en él a su Presidente Sadam Hussein-, explican que la
alianza militar formada contra él, no vea en la conducta de Irak un patrón lógico de
conducta y, por tanto, rebasando el objetivo inicial que era lograr el retiro de las
fuerzas iraquíes de Kuwait-, se proponga ahora el objetivo superior de destruir
militarmente a ese país, para dejarlo sin posibilidades de intentar nunca más un
acción agresiva en el futuro.
En término de los intereses del Tercer Mundo al cual Irak pertenece, haber causado
a ese grado la respuesta militar unida de la mayoría de las naciones industrializadas,
no puede ser desde luego ofrecido como un camino a seguir, y representa sólo el
caso atípico de Irak, influído por unos rasgos especiales de la personalidad del
Presidente Sadam Hussein, quién, debido a lo mismo, ya difícilmente sobrevivirá
personalmente al conflicto. Desgraciadamente, la exhibición de fuerzas que está
ocurriendo en estos momentos a raíz del sistemático aplastamiento de la maquinaria
militar iraquí, sólo servirá para hacer ver al Tercer Mundo lo abismante de la
distancia que separa a los productores de tecnología de los consumidores de ella,
ampliando innecesariamente su postración, lo cual no habría sido el caso, a no
mediar un cálculo político que tiene a Irak viviendo ahora la peor catástrofe de toda
su historia.-
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO - (Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 15 de Febrero de 1991.)