PIO IX O LA BEATIFICACION CUESTIONADA


Por Rolando Arturo Leiva

5 septiembre 2000


Heidelberg (Alemania) - Giovanni María Mastai Ferreti -Pio IX-, pontífice de origen
romano, bajo cuyo reinado papal el Vaticano llegara a perder todas sus posesiones
territoriales, quedando reducido a un “Estado sin tierra”, y que le tocara vivir además
el proceso de unificación italiana, -el que llegara a combatir, hasta con las armas-,
es Beato a contar del domingo pasado, 3 de septiembre. La decisión, ha
desencadenado una oleada de opiniones contrarias en toda la prensa europea y
norteamericana de los días subsiguientes, además de una reacción oficial por parte
del gobierno de Israel lamentando el anuncio. Sin contar con sus implicaciones
morales, teológicas o religiosas, la situación puede llegar a enfriar las relaciones
entre el Vaticano y ese gobierno, en un momento diplomático particular, cuando se
pensaba en una solución “tipo Vaticano” para el futuro de Jerusalem. La situación,
igualmente, podría hacer retroceder el buen estado que habían adquirido las
relaciones entre el Vaticano e Israel, después de la prolongada visita a este último
país que hiciera Juan Pablo II, a fines de marzo de este año. Una buena parte de la
polémica en torno a la figura de Pio IX, deriva del llamado “caso Mortara”, hecho
sucedido en Bologna el año 1851, cuando esa ciudad pertenecía aún a los territorios
vaticanos y tenía un gobierno papal.
Juan Pablo II ha proclamado la beatificación de Pio IX, -conjuntamente con la de
Juan XXIII, en una ceremonia realizada el domingo pasado-, en una luminosa Plaza
San Pedro, en Roma. El Papa, de aspecto cansado, ha desestimado todas las
criticas a la beatificación de Pio IX, señalando que la Iglesia, con la beatificación de
una persona, “no celebra opciones históricas particulares que él -Pio IX- llevó a
cabo” sino proclama, “la invitación a la veneración de sus virtudes, alabando la
gracia divina que salía desde dentro de él”. Pio IX, agregó, había mantenido una
“incondicional adhesión a la Verdad revelada, conservando una profunda serenidad,
aún en el medio de la incomprensión y ataques de mucha gente hostil”.
En cuanto a los milagros que debe atestiguar todo aquel que aspira a obtener la
condición de beato (a menos que sea un “martir de la fe”), se ha dado a conocer el
caso de una monja francesa que aparentemente se habría curado de un dolor a la
rodilla derecha, rezando delante de un pedazo de tela perteneciente a la sotana de
Pio IX.
El reproche principal que se efectúa a la conducta histórica de Pío IX, deriva del
llamado “caso Mortara”, episodio ocurrido en la ciudad emiliana de Bologna, el año
1851.
Edgardo Levi-Mortara, nació en una familia hebrea de pequeños comerciantes en
aquella ciudad. Al contar la edad de 17 meses, enfermó gravemente, momento en el
cual la sirvienta de la casa, una mujer de nombre Anna Morisi, de religión católica,
creyendo que iba a morir, le administró el bautizo in articulos mortis. Los padres
vinieron a saber de este bautizo solamente 6 años más tarde, y naturalmente,
decidieron no educar a su hijo en la fe católica. Sin embargo, poniendo en práctica
una ley civil existente entonces, el 24 de junio de 1858, la guardia vaticana extrajo al
niño de la casa y se lo llevó a Roma para que fuera educado bajo el catolicismo. Pio
IX se declaró, entonces, su padre adoptivo. A los 17 años, fue finalmente dejado en
libertad, pudiendo retornar donde su familia si así lo quería. Pero él decidió
permanecer en Roma. Plenamente convertido al catolicismo ya, entró a continuación
a la congregación de los Canónigos lateranensis, pasado a ser sacerdote, y viajando
después por toda Europa, predicando la conversión de los hebreos.
El episodio, aunque de poca trascendencia en sí mismo, sería tomado por los judíos
del mundo entero como una manifestación y un símbolo del desprecio hacia su
confesión religiosa por parte de la Iglesia católica, quién, por boca del mismo Juan
Pablo II, ha pedido, no hace mucho, excusas por una conducta antisemita en el
pasado.
En noviembre de 1998, el embajador de Israel ante la Santa Sede, presentó una
solicitud oficial para que el caso de Pio IX no fuera tratado hasta 50 años más. El 23
de agosto pasado, cuando se supo con toda seguridad que se iba a realizar la
beatificación, 4 organizaciones judías mundiales hicieron pública una protesta,
declarando que la conducta de Pio IX “había estado muy lejos de la santidad”. Hoy
día, el ministro judío Michael Melchior, responsable de las relaciones con la
Diáspora, y anfitrión del Papa durante la visita de éste a Israel, se ha manifestado
“profundamente amargado” por la decisión papal, agregando que su gobierno
esperaba “una mayor sensibilidad hacia los fieles de otras religiones”.
También la reacción del gobierno italiano ha sido muy fría, no habiéndose hecho
representar en la ceremonia de beatificación al nivel que acostumbra hacerlo, siendo
notoriamente evidente la ausencia por ejemplo del alcalde de Roma, Rutteli. La
explicación se encuentra en haberse Pio IX, opuesto a la unificación de Italia y
emitido un documento llamado Syllabus , que ha sido calificado como un “modelo de
intolerancia”.
Finalmente, el periódico norteamericano que se edita en Europa, el
INTERNACIONAL HERALD TRIBUNE, manifestó también su opinión hacia Pio
IX, escribiendo el lunes: “Pio IX, que una vez llamó a los judíos “perros”, también
condenaba la idea que los no católicos puedan ser libres para practicar su religión y
rechazaba toda reconciliación papal con “el progreso, el liberalismo y la sociedad
moderna”.-


RAL
Heidelberg, Alemania
5 septiembre del 2000