ESTADOS UNIDOS:NUEVAS COMPLEJIDADES
EN POLÍTICA EXTERIOR


Por Rolando Arturo Leiva
20 de Febrero de 1992


Ahora los EEUU parecen andar de autoinvestigarse a fin de definir los nuevos
rumbos de su política exterior. Finalizada la época de “al borde del abismo”, la
llamada Guerra Fría, finalizó asimismo un atributo de la misma cuya ausencia se
nota al parecer en el escenario mundial: la capacidad de diferenciar entre amigos y
enemigos. Y, consecuencialmente, esa verdadera “seguridad dentro de la
inseguridad” en que se vivía.
Supuesto o no tal beneficio de la claridad, lo cierto es que “no vamos a decir que
miramos con nostalgia esa época donde los misiles atómicos de un país apuntaban
hacia el otro”, dice en un artículo reciente Henry Kissinger. El problema es que hoy
a los EEUU cabe empezar a redefinir su nuevo rol en el mundo. Incluso se intenta
hacerlo sobre la base de presupuestos casi “existenciales”. Un funcionario del
Departamento de Estado lo señala así: “cuestión particular de los Estados Unidos es
que cada nueva generación de hacedores de política exterior va a dedicarse a
discutir no solamente los méritos de esa u otra política aplicada, sino los propósitos
existenciales mismo de la política norteamericana vista en su conjunto. Inconcebible
sería, -agrega- semejante debate en países donde su política exteria interior se
amarra estrechamente a intereses nacionales, además inmutables y permanentes en
apariencia”.
Fue un día preciso en el que se pronunció una palabra clave que regiría la política
exterior estadounidense que se iba a realizar en los últimos cuarenta años recién
pasados: Contención, o Contenimiento. E incluso enseña orígenes bien
identificables. En julio de 1947, bajo el seudónimo de “X“ parecía un artículo a en la
revista ASUNTOS EXTRANJEROS, seudónimo que correspondía a George F.
Kennan, y cuyo destino sería el de guiar toda la política exterior estadounidense en
las décadas venideras. Su argumento central era más bien escueto: la tarea de
Occidente, -decía- debía consistir en impedir la expansión comunista en el mundo, y
no tanto tratar de destruirlo o suavizarlo, por ejemplo. Y de ahí surgió la palabra
Contención o en inglés, Containment, el más vasto título para una gigantesca
política contenido en una sola palabra.
Ahora, sin embargo, los hacedores de política exterior del Departamento de Estado,
no encuentran el nuevo “X“ que los guíe para las décadas venideras. Algo de bello
tenía esa política de Contención -arguyen- por su simplismo, el encanto que
representaba decir tan fácilmente cuando era algo importante o no, amenazante o
no, cuáles esfuerzos debían hacerse y otros descartarse. Con la Guerra Fría
terminada, no hay al parecer, entonces, la misma facilidad para distinguir a lo malo
de bueno y viceversa, -pues así de simples eran los términos de referencia de
entonces.
A la política exterior norteamericana, en cambio, desafían en estos momentos
principalmente tres aspectos que eran más bien periféricos o marginales antes:
manejar, -o pretender hacerlo- la desintegración ocurrida en el sistema comunista y
el inesperado despertar de fuerzas nacionalistas que lo ha acompañado. Dos,
impedir la dispersión del armamento, -misiles y tecnología nuclear- por el mundo.
Tres, no permitir que los EEUU dejen de tener acceso a los mercados externos
cuando está ocurriendo esa tendencia a la integración económica global.
En relación a lo primero, tratan los hacedores de política exterior norteamericana de
lograr que los Estados emergentes del fin de la Unión Soviética, sean políticamente
estables, introduzcan la política de libre mercado y posean armas nucleares o
controladas o destruídas. Sabiéndose ya desaparecida a la amenaza de aniquilación
mediante un ataque nuclear que pendió sobre los EEUU, la preocupación ahora son
cuántos científicos soviéticos permenecen desocupados o carecen de trabajo; el
control perdido sobre los anteriores armamentos soviéticos, o el hecho de que China
quiera vender misiles nucleares a fin de obtener dinero “cash“. Para antes del fin de
esta década, seis países del Tercer Mundo aparecen como probables poseedores
de misiles atómicos intercontinentales, y a otros ocho se los considera en vías de
desarrollarlos.
Las tres finalidades anteriores, producen también cambios en el estilo diplomático
vigente hoy, ejecutado antes -frente a casos de emergencia- a golpes de teléfono,
mediante ese teléfono rojo que unía al Kremlin a los EEUU. Surge y se proyecta
ahora, en cambio, una llamada diplomacia “multilateral“, es decir, poner en práctica
colectivamente los que antes los EEUU y la URSS hicieron primero por separado y
luego juntos. Consecuencias colaterales son igualmente dignas de destacar. Antes,
con la Guerra Fría presente, la ayuda a países como Pakistán, Filipinas, Turquía o
Israel, volvíanse movidas centrales del ajedrez mundial existente entonces, en
cambio ahora, la prioridad anterior es mirada como algo menor por muchos
norteamericanos. Algunos portavoces indican, así, que la tarea más importante del
momento, ha de ser que la administración logre diferenciar también entre políticas
internacionales marginales y prioritarias, para que de esta manera el público lo haga
y no se desaten las tendencias aislacionistas ya conocidas dentro de los EEUU. La
política exterior norteamericana debe ahora también tratar de identificar un objetivo
positivo por el cual luchar, -dicen diversos sectores- llevando a una redefinición del
papel de los EEUU en el mundo, el cual suponga obtener el necesario apoyo político
interno y, además, traducido también en apoyo para los gastos que demandará
implementar tal política. Contención, tenía obviamente una connotación negativa, en
cambio, por el momento, sería unánimente reconocido como un objetivo positivo, el
apoyo que se debe prestar a los nacientes Estados de la ex URSS, considerando a
aquello, -como ha dicho el Secretario de Estado Baker- una verdadera “inversión” en
seguridad que puede ir acompañada del argumento de que las democracias rara
vez inician guerras agresivas, y también apoyándolo en bases morales, como por
ejemplo, que la lucha por la democracia está dentro del ideario nacional de los
norteamericanos. En la actualidad ,por ejemplo, el prevenir el aparecimiento del caos
político en la anterior Unión Soviética, aparece como un objetivo bien definido y
queda claro para la mayoría de los norteamericanos.
Con la línea blanco y negra desaparecida, parmanecerán entonces muchas líneas
factibles, pero más importante que todo, hay una necesidad de abstracciones y
teorizaciones suficientemente fuertes que obtengan apoyo y consenso general, ya
sea a nivel de los propios EEUU, como a nivel mundial.-


Arturo Leiva O.
Desde Europa


(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, el 6 de Mayo de 1992.)