Serie ADÓNDE VA ITALIA.
Parte IV
ITALIA: LA PELIGROSA CADENCIA SE
AHONDA *
(Deslegitimación de los Partidos Políticos y nuevos “Avisos de Garantía”
en 1993)
Por Rolando Arturo Leiva
28 de Abril de 1994
La elección municipal del 14 de diciembre de 1992 y su coletazo, barriendo casi de
la escena al Partido Socialista Italiano (PSI), hace al representante ideológico de la
Liga Norte, el Senador Gianfranco Miglio exclamar: “los partidos políticos que se
encuentran en estos momentos sentados en el Parlamento han quedado
deslegitimizados“. Y con ello se considera que el mismísimo gobierno -en esos
momentos el gobierno del socialista Giuliano Amato- también está deslegitimizado,
debiendo renunciar, pues es resultado de aquella mayoría parlamentaria.
La presión pública sigue siendo siempre muy fuerte, y el gobierno no puede
permanecer entonces ocioso y debe replicar en alguna forma a las acciones de la
Mafia. Así comienzan a producirse triunfos sobre la criminalidad organizada que no
revelará en aquellos momentos la solidaridad de otros tiempos para hacer frente a
una verdadera embestida donde, por primera vez, actúan diversos servicios
policiales de veras combinados. En una curva vertiginosa, van aumentando las
detenciones, hasta que logra concretarse el mayor triunfo policial hasta la fecha, el
15 de enero de 1993, cuando se logra poner las manos encima del más buscado de
todos los jefes mafiosos, el “boss de los bosses“, el “jefe de todos los jefes“ o bien,
como lo apellida la prensa italiana, “la Bestia“, es decir, el emperador de Cosa
Nostra en Sicilia Salvatore (Totò) Riina. Esos títulos parecen desmentir a la
persona pues, el que responde a ese nombre, aparece en cambio como un ser de
apariencia inofensiva y muy tosco, conducido inmediatamente a prisión mientras
protesta una inocencia total.
Apenas sin embargo va a tener tiempo Italia para detenerse a festejar como lo
merece ese hecho. A todo lo largo y ancho del país, empieza a funcionar mientras
tanto un incontenible fenómeno procesal que pretende investigar la Tangente y la
Tangentópoli como se las denomina, una de cuyas manifestaciones ha sido el Aviso
de Garantía dirigido a Bettino Craxi. Partiendo primero de testimonios aislados -que
al principio parecían casos excepcionales, pero luego de manera masiva, implicando
a centenares y hasta a millares de individuos-, la acción judicial ha detectado la
existencia de sumas inconmensurables de dinero pagadas a personeros políticos
altos, pertenecientes a los más connotados partidos, dinero pagado a cambio de
favores políticos y que en algunos casos implican cifras fantásticas. Todo
naturalmente desaparecido en sus manos. Industriales, empresarios y políticos, van
cayendo uno tras otro de sus puestos, tras hacerse públicos los importes de lo que
se han apoderado. De chico a grande o de primero al último, esta recién lanzada
nueva razzia italiana, arriba no importa a quién sea si ha metido la mano. Y no es
por tanto inconcebible que la marejada se lleve primero a los grandes. Así por
ejemplo, el 9 de marzo de 1991, la policía financiera detiene a Gabriele Cagliari,
Presidente de la ENI, el segundo holding de Italia y que trabaja en el rubro
hidrocarburos. Para todos, el Aviso de Garantía preanuncia el fin de la carrera y la
honra personal. Cagliari por eso, interiormente desecho, optará por autoeliminarse
en su lugar de confinamiento en la prisión de San Vitore, Milán, luego de haber
pasado allí 113 insoportables días. Y otros inculpados por la la Tangente adoptarán
después también aquel infausto remedio.
Pero todavía estaba por vivirse el acontecimiento mayor. El sistema político,
disminuído ya a la mitad después de lo acontecido a Bettino Craxi, prrorrumpirá
ahora en sus suspiros de muerte, al tener lugar lo impensado, lo no anticipado por
nadie. Arrojado violentamente a la escena judicial -después que la magistratura de
Palermo le dirige su propio Aviso de Garantía- resulta la eminencia tras bambalinas
de toda la política italiana de post-guerra. La prensa lo califica de Belzebú o le
atribuyen una vocación maquiavélica, y quizás una inclinación al mal. Su nombre es
Giulio Andreotti. Y en relación a otros Avisos de Garantía que han sido enviados
antes, el que se dirige a Giulio Andreotti marca una diferencia muy importante.
Giulio Andreotti va a ser procesado por sospechas de coligamento mafioso, es decir,
por delito común que, por lo menos potencialmente, podrían conducir a acusarlo de
homicidio. No será mucho después cuando esto ocurra efectivamente. Ahora el
terremoto político ha de extenderse a toda la Democracia Cristiana Italiana, de
primero al último, pues Andreotti es su verdadero mentor. Muchos piensan ahora
qué inolvidables son los tiempos que se están viviendo en Italia. Ya no hay a quién
no descompongan, ni desde luego al propio Andreotti que muy pronto pierde su
seguridad proverbial, sacado de un golpe de su sitial de honor donde actuaba como
si estuviera por encima de todos. El Plebiscito citado para el 18 de abril de 1993 no
hará más, entonces, que retardar el último suspiro de un sistema político ya agónico.
Por la Consulta referendaria del 18 de abril de 1993, -destinada a quedar
indeleblemente grabada en la memoria de los italianos-, el SI recibirá el 82,7% de los
votos, y de esta manera, los nuevos representantes políticos italianos serán
elegidos ahora adoptando el sistema mayoritario y no proporcional para que no se
pueda seguir gobernando con minorías que se coluden entre sí, eso es lo que se
supone. El resultado se lo proclama entonces casi como el nacimiento de una
Segunda República, en parte insigne, pues una proporción tan considerable de los
ciudadanos la ha apoyado.
Pero las verdaderas reencarnaciones del pasado son todavía francamente
irreformables y no se van a resignar así como así a salir de la escena política. A
consecuencias del Plebiscito, el Presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro,
decide encargar al Presidente del Banco Nacional de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, la
formación de un nuevo gobierno con el cómpito preciso de preparar la reforma
electoral que permita elegir el Parlamento -y con ello los gobiernos que regirán en el
futuro de Italia- de otra manera. El nuevo gobierno es investido el 26 de abril de
1993. Pero, por la misma obligación de armonizar las nuevas tendencias,
implementar un nuevo gobierno, ya no será una tarea tan fácil. Apenas a diez horas
de haber jurado como nuevos ministros, abandonan el gobierno dos ex-comunistas,
un verde y un independiente, después de haberse dado a conocer que la Cámara de
Diputados se ha negado, apenas por dos votos de diferencia, a levantar la
inmunidad parlamentaria a Bettino Craxi para que deba responder ante el Tribunal
por las imputaciones de Tangente que se le sospechan. Los nuevos ministros
repudian así participar en un gobierno apoyado por tal mayoría.
Pero la indignación por el acuerdo de la Cámara recorre también a Italia entera. La
opinión pública parece soliviantada, pues lo acordado afrenta la voluntad recién
expresada en el Plebiscito y conduce a un divorcio, ya cada vez más inconciliable,
entre representantes y representado, que más que representarse, ahora parecen
inculparse mutuamente. La situación creada con Craxi, -el que además se ha puesto
a celebrar desafiantemente el acuerdo de la Cámara haciendo caso omiso de la
indignación popular en su contra-, hace reflexionar al otro gran indagado de la
política italiana, el ilustre Giulio Andreotti, Senador de por vida, quién eleva él mismo
una petición al Senado para que le levante la inmunidad y poder salir de esa forma y
no de otra, libre de los cargos que se le imputan.
La bulla del escándalo general que sacude a Italia entera, abatiéndose sobre la
honra de tantos prohombres, mientras tanto, sube y sube a mediados del año 1993.
Comenzando por Milán o por Palermo, no importa, pero desde todos los lugares
donde se asienta la magistratura italiana, salen gatillados, como fuegos inesperados,
los Avisos de Garantía que golpean a diestra y siniestra iniciando nuevos procesos.
La operación judicial ha pasado a tener ahora el título general y casi inobjetable de
MANI PULITE (Manos Limpias) y se la reconoce principalmente a través de la figura
del juez de Milán Antonio Di Pietro y tres de sus colegas. Para muchos, lo que está
siendo presenciado en Italia, no podría tener otro nombre más que “revolución
italiana”, la quinta esencia de un sistema está viniéndose al suelo anatemizada por
el aparato judicial que lo empuja a abandonar por fuerza la escena política. MANI
PULITE irá entretanto arribando, como una marea, a las figuras más altas.-
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* Este es el cuarto artículo de la Serie ADONDE VA ITALIA que continúa en los números
subsiguientes de EL DIARIO.
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 5 de Agosto de 1994.)
Continúa en La Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte V
ITALIA: LA PELIGROSA CADENCIA PROSIGUE (El Drama y la
Violencia entran a la escena política)