Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte VII
ITALIA, O CÓMO FUNCIONA LA
“ARCHIPIELAGIZACIÓN POLÍTICA”*
Por Rolando Arturo Leiva
8 de Junio de 1994
Si la Democracia es un término más bien genérico, querría decir entonces que en
cada país se la va a encontrar adoptando una forma especial. Pero la dificultad no
estriba precisamente allí, sino en identificar cada forma de democracia en particular.
Por ejemplo, la pregunta ¿tiene la “forma italiana“ de democracia formas propias?,
resultaría atingente. Quienes han tenido ocasión de tratar este punto, -si es que nos
interesara por nuestra parte entrar en el tema-, han sostenido muchos veces que en
Italia parece ocurrir algo así como un fenómeno de incomunicación interna entre las
diferentes partes componentes de su sociedad, una especie de segmentación a
escala de todo el sistema político. Eso es lo que se ha dado en llamar la cuestión de
la “archipielagización política” de Italia.
Producto quizás de una unidad nacional retardada, o de la variedad de matices
locales o regionales existentes, o producto en suma de un desarrollo cultural
asentado sobre diversas parcelas sociales y no sobre instituciones, todo esto parece
ser cierto a la vez. Lo claro es que hasta ahora el concepto de Estado unitario en
Italia parece constituir una categoría muy difícil de ser digerida por el alma italiana.
Perfectamente pudiera se, entonces, que en la “archipielagización política”
tuviéramos la clave de la actual crisis política italiana. Produciéndose la ausencia, o
al menos la falta de una presencia fuerte de ésa que se estima una entidad común
representativa, el Estado, la única coherencia política italiana, se alcanzaría en
cambio, no tanto ya a través del Estado y su representatividad, -en este caso
disminuída- sino más bien a través de fenómenos políticos informales pero
generalizados, el “clientelismo político” y el patronazgo, por ejemplo. Es claro que
esta proposición se sitúa por el momento sólo a nivel de una tesis, pero nos explica
en apariencia con mucha precisión la tendencia del quehacer político italiano a la
“asociación informal” a que, en sustirución de las instituciones, se funcione en base a
vínculos de lealtad entre círculos restringidos. Sólo el clientelismo y el patronazgo
harían pues moverse al sistema político. Desaparecidos ambos, éste retorna a sus
orígenes, a ser un conjunto de pequeñas repúblicas, un conjunto de islotes, un país
“informal“ cuya expresión más alta, -pero disímil respecto al resto, sólo por el grado
en que existe-, sería la Mafia de Sicilia, la “organización informal“ por excelencia,
aunque ambos términos resulten contradictorios. Quién traiciona a la Mafia paga
con su vida. O sea, como sólo la lealtad permite a la Mafia existir, quién la traiciona
comete un delito contra la organización en sí misma. Y se debe castigar
simplemente con el “ajuste de cuentas“. De ahí entonces el carácter sangriento de la
Mafia , pero que sólo se deriva de aquello.
¿Es posible explicar sólo a través de esta sociología todo el conflicto actual italiano?
Llevando más lejos el argumento anterior, ese conflicto no sería más que la
reaparición de la incapacidad congénita de Italia para estructurar un concepto de
nación perdurable, lo que ciertamente no la coloca por encima o por debajo de otras
naciones, sino sólo indica que ésa podría ser su problemática más típica.
Acostumbraba a decirse en Italia que, tras la Segunda Guerra Mundial, existían en
ese país sólo dos instituciones estables: la Banca Italiana y el Partido Comunista
Italiano. Las “asociaciones informales“ serían por ello más fuertes que el Estado,
éste vendría a ser una simple apariencia, estaría dominado por ellas. Aparecería
sólo en el organigrama formal, pero en realidad, en su interior, la “organización
informal“ lo habría verdadera “copado“. Sólo así se explica en que la Tangente y la
Tangentópoli hayan llegado al límite de transformarse en una cosa oficial, casi
legítima, sobrepasando al Estado, generándose así un conflicto entre competencias
y legitimidades distintas.
Pero por otra parte, tampoco resulta en ningún modo extraño que los problemas
seculares de Italia hayan venido a reaparecer precisamente ahora, tras el fin de la
llamada Guerra Fría en el mundo. Italia, bajo aquel sistema mundial diseñado para
una posible “confrontación global“ tenía asignado un rol muy preciso, era
simplemente parte de algo más amplio y le cabía por lo tanto, -en el sistema donde
los países era meramente piezas al servicio del todo-, comportarse como “país
frontera“. Se la consideraba un territorio colindante con el “enemigo soviético“, pues
ocupaba una posición mediterránea y balcánica a la vez. Y si ello era cierto de
manera externa, también lo era de manera interna, pues en Italia existía un Partido
Comunista fuerte con una presencia marcada en todos los ámbitos de la sociedad.
La vara de medir de la política italiana estaba por eso siempre dada por la capacidad
de hacer algo contra de aquel “enemigo“ no importa qué fuera. Desaparecidas las
necesidades “frontales“, desaparecido aquel mundo “blanco y negro“, forzosamente
la atención pública debía dirigirse ahora a analizar qué exactamente habían
realizado sus dirigentes políticos cuando todo parecía que les estaba permitido.
Una segunda pregunta atingente sería la siguiente: en este permanente conflicto de
competencias y legitimidades, ¿cuál entidad va a terminar triunfando en Italia, saldrá
vivo el Estado, -que una vez ya requirió del fascismo pues de él obtuvo una fuerza
que no podía producir por sí solo- o simplemente desaparecerá de la escena?
El desarrollo futuro de la crisis italiana seguramente nos lo demostrará. Una
respuesta al problema de la “archipielagización política” puede ser en el fondo un
replanteamiento del papel del Estado. Y en este sentido la crisis italiana puede tener
a la larga un carácter muy aleccionador.-
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* Este es el séptimo artículo de la Serie ADONDE VA ITALIA que continúa en los números
subsiguientes de EL DIARIO.
Arturo Leiva O.
Desde Europa
(Publicado en El DIARIO -(Finanzas.Economía.Comercio)- de Santiago
de Chile, 11 de Agosto de 1994.)
Continúa en La Serie ADÓNDE VA ITALIA. Parte VIII
LAS PÁGINAS CONMOCIONANTES DE LA HISTORIA ITALIANA
ACTUAL: EL ATENTADO AL JUEZ PAOLO BORSELLINO EL 19 DE
JULIO DE 1992 EN PALERMO