FRANCIA: A PROPOSITO DE CÓRCEGA, LA
“COHABITACION“ EN CONFLICTO


Por Rolando Arturo Leiva
16 febrero 2001


Heidelberg (Alemania) - Francia se encuentra al borde de un conflicto institucional
sin precedentes. Obra de aquel producto político exclusivamente francés
denominado la “cohabitación” -en otras palabras, a presencia simultánea en el
aparato gubernamental de un Presidente de la República y un Primer Ministro
pertenecientes a bandos políticos opuestos- la causa del conflicto ha sido esta vez
más bien banal: el proyecto de ley de semiautonomía para la isla de Córcega
presentado por la administración de Lionel Jospin, el Primer Ministro socialista de
Francia, que entrega a esa isla ciertos poderes legislativos autónomos a modo
experimental hasta el año 2004, y que fuera redactado conjuntamente con el
Presidente elegido de la Asamblea de Córcega, José Rossi y el representante de
los nacionalistas corsos, Jean-Guy Talamoni. Todo ello después que los actos de
violencia y “los ajustes de cuentas” entre bandas rivales, recrudecieran en la isla en
los últimos años.


El día 8 de febrero pasado, el anteproyecto, preparado por Jospin y sus asesores en
el tema de Córcega, había sido sometido al Consejo de Estado -un organismo
asesor del Presidente de la República que data de los tiempos de Napoleón- quién
respondiera efectuando serios reparos a algunas cláusulas contenidas por el
anteproyecto. Según dicho organismo, éstas claúsulas podían producir una situación
de excepcionalidad de esa isla en relación a otros territorios de ultramar
pertenecientes a Francia. Especialmente aludía con ello al tema del aprendizaje de
la lengua autóctona de la isla -que el Consejo de Estado estimó, el anteproyecto,
volvía prácticamente obligatorio-; a ciertos poderes que se otorgaban a la Asamblea
de Córcega -que el Consejo de Estado consideraba, tambiéN estaban definidos de
forma más bien ambigua-; y a una limitada autonomía otorgada por el anteproyecto
a esa misma Asamblea, especialmente para el manejo de recursos económicos en
el ámbito de la inversión. Algunas de aquellas ideas, -decía el Consejo de Estado-,
colocaban al anteproyecto al borde de lo inconstitucional. La posición del Consejo
sería recogida entonces por el Presidente francés Jacques Chirac. A través de una
corta nota dirigida el lunes recién pasado al premier Lionel Jospin, le solicitaría
entonces una enmienda del anteproyecto. Pero, presentando el proyecto en su
estado original, Jospin haría, sin embargo, caso omiso de la comunicación
presidencial. La réplica del Presidente francés entonces no se haría esperar.
Invocando su calidad de Presidente del Consejo de Ministros, es decir, de jefe
nominal del gabinete, se rehusaría incorporar el proyecto de ley al temario de la
reunión ministerial programada, reenviándolo para alguna otra oportunidad, con lo
cual este perdería la oportunidad de ser tramitado.


Cuestión, entonces, absolutamente sin precedentes, una cláusula puramente formal,
habría permitido, a un Presidente de la República francés, intervenir y bloquear de
hecho el ejercicio de una medida gubernamental. Este ámbito de acción escapa a
su competencia en un régimen parlamentario, donde Presidente y Primer Ministro,
es decir gobierno en ejercicio, son elegidos en forma separada y ambos por
votación popular.


El vespertino francés LE MONDE escribiría en grandes titulares ayer “Jacques
Chirac defiende su república” . “Córcega -agregaría LE MONDE- otra vez ha
sacudido el epicentro del poder”. Y mientras el Presidente de la República impedía la
tramitación regular de una medida gubernamental, el Premier Jospin se limitaba a
responder, entretanto, que ahora el Parlamento sería el encargado de dirimir la
cuestión. Lo cual transforma, así, también; por primera vez al Parlamento; en un
árbitro de un conflicto entre un Primer Ministro y un Presidente.


En un comunicado, Chirac había explicando su medida en los términos siguientes:
hacía saber que había decidido “dirigir el proyecto sobre Córcega a un próximo
Consejo de Ministros”, y solicitado al gobierno “reexaminar” los problemas
institucionales planteados por el Consejo de Estado, para que así se mantuviera “el
respeto a los principios fundamentales de nuestro pacto republicano”. Al tiempo que
el comunicado opuesto de Jospin señalaría por su parte que el proyecto “marca una
etapa decisiva de la política que el gobierno lleva a cabo para Córcega, en estrecha
concertación con los representantes elegidos (de la isla) y con total transparencia”.
Conflicto total entonces al interior del ejecutivo francés. Y que ninguno de los dos
bandos desea admitir. La sede de la Presidencia va a hablar todavía en efecto de
“una cohabitación constructiva”. Y uno de sus representantes agregará que Chirac
sólo asume su responsabilidad de una manera clara y visible “pero no hay bloqueo”.
En cambio, para el diario LIBERATION “existe ahora una guerra total entre el jefe de
estado y el primer ministro”. El periódico norteamericano que se edita en Europa, el
INTERNATIONAL HERALD TRIBUNE agregará, a su vez, que “Chirac, dando un
paso al interior del funcionamiento del gobierno, ha dado una señal para la lucha
presidencial y levantado la cortina de la lucha de poder al interior de la cohabitación”.
Más complicado aún, es que la oposición conservadora en el Parlamento, se ha
solidarizado con la posición de Chirac. Y esto deja entreveer pocas posibilidades de
que el proyecto sobre Córcega sea la final aprobado. De tal manera, entonces, que
la especulación apunta a señalar que esa situación era en realidad ya previsible y
bien conocida por Jospin. Y lo que éste en realidad está tratando, no es
verdaderamente hacer aprobar el proyecto sino, por el contrario, hacerlo inaceptable
para Chirac, desnudando el conflicto entre ambos. Alguna lógica, puede tener esto
en la política francesa de estos momento, dicen algunos. En efecto, la situación
política francesa de hoy -piensan muchos- está afectada de parálisis, letargo o
“inmovilismo como se dice en este país. En un año a contar de esta fecha, deben
celebrarse además elecciones generales para Presidente de la República las cuales,
precisamente, un Proyecto de ley del mismo Jospin, adelantó, o obligó a celebrar
antes que las legislativas. Y en ellas, con toda seguridad, Jospin será candidato
contra Chirac. Reaccionando aparentemente contra el inmovilismo, Jospin trata
entonces de dejar en evidencia que Chirac es el verdadero responsable del
inmovilismo, y de pasada, conquistar nuevos votos, ofreciendo sacar a la política
francesa de aquella parálisis de estos momentos.


Sea como sea, el conflicto actual, muestra sin duda el último grado al cual podía
llegar la “cohabitación “ en ese país, después del cual ya no se encuentra otra
cosa sino simplemente la ingobernabilidad casi absoluta.-


RAL
Heidelberg, Alemania
16 febrero 2001