Europa
CUANTIOSAS PERDIDAS ECONÓMICAS POR
CRISIS AGROPECUARIA
Por Rolando Arturo Leiva
16 marzo 2001
Heidelberg (Alemania) – La aparición el lunes pasado del primer caso del fiebre
aftosa en una granja de la Mayene, región al occidente de Francia, ha venido otra
vez a difundir un estado de preocupación e inseguridad general a todo lo largo de
Europa, a lo que ha venido a agregarse ahora el sentimiento, - en cierto modo
también general- de estar empezando a ser sobrepasados ya por la dimensión
económica del problema.
Contra todas las predicciones, en Gran Bretaña, -país de origen de la infección-, la
situación no ha mejorado. De las 80 granjas afectadas que había en ese país a fines
de la semana pasada, el martes, la cifra había saltado a 205 y el miércoles a 230,
haciéndose sentir las repercusiones de aquello en formas tan imprevistas, como
pudiendo por ejemplo conducir a que se eleve a una petición de cancelación de las
próximas elecciones, -fijadas para el 3 de mayo que viene-, debido a las
restricciones de los movimientos públicos, lo que podrían hacer necesario que
muchos electores debieran votar por carta. Conjuntamente con ello, el primer caso
de infección se registraba a su vez en Italia, correspondiendo a la región de los
Abruzzos, en un punto cercano a Pescara, zona del Adriatico italiano, a la altura de
Roma. El ambiente de preocupación existente en este país, se reflejaría en un
editorial de primera página del periódico romano LA REPUBBLICA, en el cual se
afirmaba que “lo que no debía suceder ha ocurrido. La estrategia de contenimiento
adoptada por el gobierno inglés y por Europa ha fallado. Al comienzo de la cuarta
semana de la epidemia, “el cáncer volador” como lo llamaban en el año 700, ha
dado inicio a la segunda ola”.
A consecuencias de la situación, el martes pasado, los EEUU prohibirían todas las
importaciones de tipo agropecuario desde Europa, -estimadas en una cifra de
alrededor de U$ 400 a 500 millones-, provocando una protesta de la Unión Europe,
que trataría de demostrar lo injustificado de aquello, señalando: “tenemos 13
Estados de la UE libres de enfermedad, y tenemos medidas para que eso no
cambie ...”. Países especialmente afectados por la medida norteamericana se
consideraban a Dinamarca y Holanda.
En Francia, la aparición del virus conduciría a que se sacrificaran y destruyeran
después, por incineración, 114 cabezas de ganado vacuno, lo cual, al efectuarse
en dicha forma, haría que se levantara una gran columna de humo -y cuya fotografía
reproducirían muchos periódicos europeos- humo que resulta tóxico además en
otros sentidos.
Al menos resultaría conocido en Francia que el virus fue transportado a ese país por
20 mil ovejas provenientes de Gran Bretaña, y que iban a ser consumidas en una
carnaval musulmán la semana pasada, de tal manera que ello puede conducir
ahora entonces a aislar mejor el foco infeccioso. Pero a causa de lo mismo, el
Ministro de agricultura de ese país, debería señalar sombríamente que “van a a
haber más casos. Estoy haciendo todo lo que puedo para limitar la propagación de
la enfermedad”. La totalidad de los movimientos de ganado, serían así
interrumpidos dentro de Francia, de la misma manera como el comercio de
productos agrícolas provenientes de las regiones afectadas y ya conocidas.
Junto a los EEUU, se unirían a la prohibición de importar productos agropecuarios
europeos esta semana Rusia, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Ucrania, Canadá,
Corea del Sur, Noruega y Hong Kong. Como señalaran diversas fuentes, la situación
durante la semana había llegado a volverse tan confusa “que los funcionarios de la
Unión Europea en Bruselas no tenían una idea clara de quién había prohibido qué”.
Al mismo tiempo, por un brote aparecido en la provincia de Buenos Aires,en
Argentina, la misma Unión Europea decretaba ahora la prohibición de importar carne
argentina. En Gran Bretaña, la cifra de animales sacrificados o por sacrificar
ascendía ya por su parte a las 180 mil cabezas de ganado, anunciando el Ministro
de agricultura inglés que la cantidad total de cabezas de ganado ovino que se iban
a sacrificar, debía llegar al medio millón.
Sin embargo, prácticamente lo más importante de todo lo anterior, ha sido que la
propagación de la enfermedad, -contra todas las previsiones y cálculos-, empieza a
dejar en evidencia las fallas del modelo agropecuario económico-industrial en
vigencia, que permite la producción y consumo de carne, pero, más aún, hace
también evidente, que -antes que una dimensión sanitaria-, la verdadera y casi única
dimensión del problema es exclusivamente económica.
No resulta inútil volver a insistir que esta enfermedad animal, que se conoce como
la fiebre aftosa -y que en lengua inglesa y alemana, pasa a ser simplemente una
“enfermedad o marca (es decir, “afta”) en el hocico y en la pezuña” del animal, y así
es como se traduce al español, literalmente-, no tiene casi ninguna implicancia para
los seres humanos. Tampoco resulta de ninguna manera fatal para los animales en
sí. Su principal impacto es en cambio el hecho de provocar una baja de peso y de
la leche del animal, haciendo que éste baje por ello de precio también. Pero todavía
más importante, es que cuando en un país se reporta la existencia de la infección,
éste pierde la certificación de “país libre de enfermedad ganadera”. Y ello conduce a
su vez a que sus exportaciones ganaderas pasen a quedar internacionalmente
bloqueadas. Para un país como Francia, -que es el segundo productor de alimentos
del mundo- este hecho puede conducir a una catástrofe sin precedentes, haciéndole
perder unos 34 billones de dólares en exportaciones de productos agrícolas y de los
cuales unos 7,6 billones son de ganado.
Las vacunas, además, tampoco resultan un recurso efectivo. Y ello porque mientras
se están aplicando, el país en cuestión sigue sin contar con la certificación que
acredita el buen estado sanitario de su ganado. Esta es la razón entonces, que
conduce a las estratosféricas cifras actuales de destrucción de ganado en pie:
hacer desaparecer todo caso infeccioso para tratar de obtener cuanto antes la
certificación favorable y así poder recomenzar a exportar. Debido a lo mismo, la
Unión Europea ha gastado ya la cifra de un billon de Euros, procurando eliminar a
todo el ganado superior a 30 meses de edad, en el caso del síndrome e ESB o de
“vacas locas”. Si en Francia por ejemplo las medidas de restriccion al movimiento de
animales ha empezado ya a producir escasez en los supermercados, en cambio, los
precios de la carne se siguen manteniendo altos, -y ello a todo lo largo de Europa-
, y esto a fin de que la Unión Europea no tenga que intervenir, resarciendo de sus
pérdidas a los productores, y que es a lo que la obliga le ley europea. No obstante,
en Alemania, por ejemplo, el descenso del consumo de todo tipo de carnes, ha
llegado a un 70%, no habiendo ya capacidad económica que permita recuperarse
de una pérdida igual. En este último país, ha venido a aparecer además toda una
corriente política ecologista que desea cambiar el modelo de ganadería existente.
Por último, en Gran Bretaña, la restricción de los movimientos públicos ha terminado
por repercutir también en otro sector económico impensado, el turismo,
produciendo pérdidas calculadas ya en U$ 362 millones a la semana, y que
tampoco hay cómo paliar. Esa es la única razón que explica el verdadero frenesí por
destruir ganado en pie, y muy secundariamente por la importancia sanitaria de la
cuestión.
RAL
Heidelberg, Alemania
16 marzo 2001