DRAMÁTICO BALANCE DE 25 AÑOS DE SIDA
Por Rolando Arturo Leiva
8 de junio 2001
Heidelberg (Alemania) - Diversas publicaciones europeas y norteamericanas han
brindado en estos últimos días un amplio espacio a recordar los 25 años del SIDA,
enfermedad que sigue representando el mayor desafío médico de todos los tiempos,
mientras sus perspectivas, en vez de mejorar, continúan siendo bastante sombrías.
Es notable, en primer lugar, -como señalan algunas de esas publicaciones- que se
cuente en el caso del SIDA con una fecha precisa a partir de la cual la enfermedad
comenzó, antes de la cual ésta con seguridad no se había en realidad registrado. Tal
fecha, -que se recuerda actualmente- fue el 15 de junio de 1981, momento cuando
se escribió en la revista Reporte Semanal de Morbilidad y Mortalidad (MMWR), -de
un área de salud pública norteamericana-, las siguientes palabras que hoy día hacen
Historia: “En el periodo Octubre 1980 - Mayo 1981 cinco hombres jóvenes, todos
homosexuales activos, fueron tratados en base a una biopsia confirmada de
Pneumocystis carinii, pneumonia, en tres diferentes hospitales en Los Angeles,
California. Dos de los pacientes murieron”.
Un mes después, el 3 de julio en el NEW YORK TIMES, en una crónica médica, el
periodista dedicado a estos temas Lawrence K. Altman, escribía: “Los médicos en
Nueva York y California han diagnosticado 41 casos de una forma rápida y fatal de
cáncer entre homosexuales hombres. 8 de las víctimas murieron 24 meses después
que se confeccionara el diagnóstico”.
Tales informaciones son consideradas hoy día el punto de partida registrado de la
enfermedad. Y no es extraña tampoco la coincidencia de que, el mismo día en que
apareció en el NEW YORK TIMES el editorial del cual hemos tomado las dos citas
anteriores, apareciera también otro artículo del mismo cronista de temas médicos
Lawrence K. Altman, y que ahora, tal como hace 22 años atrás, vuelve a escribir
sobre el tema a través de un artículo bajo el título de: “Resurgencia de las
infercciones de Sida es alarmante en Usa, dice un estudio”.
Esta casualidad tiene así relación con lo que resulta ser ya una evidencia hoy en
día. A punto de sobrepasar las cifras de víctimas de la peste bubónica en la Edad
Media, el SIDA -o AIDS en inglés, que es como mayormente se le conoce en el
mundo, aún en países que no hablan tal lengua- está por transformarse en la
enfermedad peste o plaga más mortífera de toda la historia de la humanidad. Desde
la fecha de las crónicas anteriores, 21,8 millones de personas han muerto en el
mundo a causa de ella. De éstas últimas, 3 millones solamente el año pasado. 36
millones están por otra parte registradamente infectadas. Y cada año, 5,5 millones
de personas serán de nuevo infectadas a un ritmo de 15.000 por día. En un
continente como Africa, 12 millones de niños han perdido a sus padres, muertos o
incapacitados a causa del SIDA. Sin embargo, la cantidad de personas portadoras
de la infección pueden ser todavía mucho mayor y alcanzar cifras verdaderamente
astronómicas. En los EEUU, hacia el final de los años 90, 500 mil personas habían
sido a su vez diagnosticadas con la enfermedad y la mitad ya había muerto.
Finalmente, en un país de Europa como Francia, a diciembre del año 2000, 31.780
personas había muerto, existían 110 mil seropositivos y 94 mil personas
hospitalizadas.
Para quienes recuerdan las distintas profecías que se lanzaran al momento de ser
conocida, el SIDA -AIDS- ha terminado entonces superando todas las previsiones
posibles.
Pero otro aspecto, ya finalmente comprobado y resaltante de la enfermedad, resulta
ser, de manera inquietante, lo extraño de esta afección mortal a la que damos el
nombre de SIDA, la cual parece no ajustarse a ninguno de los diversos patrones
que se consideraba característicos de una enfermedad de tipo infecciosa.
En términos generales, el SIDA puede ser definido, primero, como una afección
incurable que conduce al paciente, en su etapa final, a una terrible forma de “muerte
lenta”, haciéndolo atravesar por distintas fases de degradación física en todos los
planos, que resultan casi difíciles de presenciar.
Contraída la infección por contacto sanguíneo -del cual la relación sexual es su
vehículo principal- la infección progresará después en el cuerpo a través de fases
igualmente atípicas, siendo la más dañina de ellas la fase asintomática -cuya
duración puede llegar a ser de 12 años-, mediante la cual el portador de la
infección no tiene constancia directa de ella -a menos que se someta a un examen
transformándose de esta manera él mismo en el medio principal a través de la cual
la enfermedad se propaga.
Pero a continuación, y una vez en el cuerpo, la enfermedad puede mutar y seguir
cursos imprevisibles, no siendo tampoco aplicable a ella el concepto tradicional de
vacuna. El virus que la porta, se encuentra rodeado de proteínas que van mutando si
se crean los anticuerpos contra él producidos por una vacuna, de tal forma que
éstos no son capaces después de reconocerlo. Pero si una vacuna llega a activar
determinadas células que combaten el virus, éste las comienza a destruir una a una
y sistemáticamente.
A lo que se ha llegado en la actualidad es entonces, a tratar la enfermedad mediante
las llamadas terapias triples, que mezclan en un solo producto, un inhibidor del virus,
un alterador del mecanismo reproductivo de éste y un creador de un nuevo virus
benigno para proteger a las células.
Sin embargo, esta terapia ha terminado también por estratificar el acceso a
tratamiento, quedando cerca del 90% de la población afectada excluído de la
posibilidad de aquel.
En los EEUU, país donde se ha logrado reducir la mortalidad a uno entre 6
pacientes, se destinan anualmente más de dos billones de dólares a combatir la
enfermedad, y un 12,6% de esa cifra nada más que a a investigar la preparación
de una vacuna, mientras la compra de las drogas es costeada por las cajas de
seguridad social, situación que ciertamente no se reproduce en muchas partes del
mundo. Sin embargo, aún los cálculos más optimistas no preveen que, al menos en
los próximos 10 años, se llegue a contar con una vacuna, lo que hará entonces
progresar a la enfermedad al mismo ritmo actual o incluso peor.-
RAL
Heidelberg, Alemania
8 de junio 2001
(Una versión de este artículo fue publicada en el periódico digital Primera Línea, de
Santiago de Chile, bajo el título de Dramático Balance de 25 Años de Sida, por
Rolando Arturo Leiva desde Heidelberg, 10 de junio 2001)