SOLO CUATRO MESES MÁS PARA LA

LLEGADA DEL EURO (E - DAY)

 

Por Rolando Arturo Leiva

30 agosto de 2001

 

Heidelberg (Alemania) - Apenas cuatro meses más están faltando para que

tenga lugar uno de los acontecimientos más monumentales de la historia europea

reciente, y sin duda también uno de los hechos más conmocionantes en su conjunto

de los tiempos modernos: la adopción, por un grupo de países europeos, -países

que a través de la Historia estuvieran separados por las guerras más sangrientas y

terribles de que se haya tenido memoria-, de una sola moneda. Conjuntamente

con ello, ocurrirá la desaparición simultánea, nada menos, que de 11 monedas

nacionales europeas actuales, unas monedas que eran tan reputadas y a veces

tan cargadas de recuerdos y evocaciones, como que habían pasado a constituirse

en verdaderos símbolos nacionales.

 

A contar del próximo 1 de enero del año 2002, en consecuencia, desaparecerán, en

una sucesión realizada al azar, las siguientes monedas nacionales europeas

correspondientes a otros tantos países: el marco de Alemania, que jugara un papel

tan destacado en la historia reciente de ese país, como para ser denominado un

“pilar” de la reconstrucción de post-guerra de Alemania. La peseta de España,

cargada siempre de tantos sobrenombres y apodos como son los característicos de

la picaresca interminable de dicho país. El franco belga de Bélgica. El franco francés

de Francia, probablemente, el papel moneda más bellamente impreso del mundo.

El florín de Holanda. El punt de Irlanda. La lira de Italia, una moneda característica

por representar una de las unidades métricas más pequeñas del mundo, 1000 liras

equivalen a menos de 50 centavos de dólar. El escudo de Portugal. El shilling de

Austria. El dracma de Grecia. Y finalmente, la marka de Finlandia.

 

Poca gente fuera de Europa puede llegar a imaginar lo que significará de aquí en

adelante, entonces, estar por ejemplo realizando alguna estadía en una isla de

Grecia, o visitando la helada llanura lacustre finesa; o sentarse a beber un capuchino

en un Café de la Via Veneto en Roma, o estar de visita en una exposición en

Hamburgo; o ir de vacaciones a algún punto de la costa atlántica de Portugal o

Francia, o de visita en una exposición en Viena o Paris, -todos lugares tan disímiles

e incomparables entre sí- y sin embargo, a partir de próximo primero de enero, en

tan poco tiempo más, y en todos aquellos lugares, pagar siempre con una misma

moneda: el Euro.

 

Quedan fuera de la gran transfomación monetaria -la cual sin duda tendrá también

muy pronto un efecto palpable sobre la psicología europea por venir a ser un hecho

que abarca a tantos pueblos y regiones a la vez como no se había visto en Europa

poco menos que desde los tiempos del Imperio Romano-, permanece fuera,

decíamos, por el momento, solamente Gran Bretaña, -que en la situación de

excepcionalidad en que va a quedar, entra más bien a una posición afligida e

insostenible, si bien significa que queda excluído también el idioma inglés de la zona

del Euro lo cual viene a ser igualmente algo asombroso- además de Suecia y

Dinamarca.

 

Dentro a la vez, de lo que se considera hoy que es Europa Occidental, 2 países

relevantes seguirán permaneciendo todavía fuera de la Unión Europea y por ende

de la zona del Euro, y que corresponden a Suiza y Noruega. Y, por último, siguen

fuera por el momento, los 10 países del Este de Europa -que se empezarán a

incorporar en los años próximos a la Unión Europea-, pero cuya adopción de la

moneda común tardará algo más, si bien, monetariamente hablando, ya a partir de

este instante, empiezan a estar en condición de satélites. Finalmente Rusia y su

esfera de influencia, pasan a volverse verdaderamente ahora un mundo aparte,

casi en el sentido estricto de la palabra.

 

Tal como indican estudios recientes, una transformación de tan grandes

proporciones, no logra aún ser asimilada por un alto porcentaje de la población

europea. Muchos permanecen aún ignorantes de las repercusiones que empezarán

a producirse en sus vidas diarias, a contar del próximo 1 de enero. 2002.

Sin embargo, ya no cabe duda que este gesto de audacia política notable a que

ha llegado el grupo de países que actualmente conforma la Unión Europea

-considerando especialmente los precedentes que había en Europa como el

continente más dividido por particularismos nacionalistas extremos que podía

encontrarse -, y que conduce ahora a la adopción de una moneda común, -a

través, además de un proceso planificado desde hace varios años atrás y hasta en

sus detalles más mínimos-, brindará con toda seguridad beneficios evidentes, que

no alcanzan todavía a advertirse en estos momentos, pero conducentes a

facilitar y homogeneizar los intercambios europeos en todas sus formas.

Lo increíble se hará así realidad próximamente, ya el día fijado para el 1 de enero

del 2002, cuando se arribe al día D, denominado ahora como el E Day. Y llegado

ese día que, en Europa, -es decir en ese conjunto de países que llegara a tener en

sus tiempos no decenas, sino cientos, y hasta a veces miles de monedas distintas-,

aparezca una sola moneda común, cualquiera estaría tentado de pensar que habrá

una tal conmoción, que llegará hasta a despertar y sacar del sueño eterno que

duermen a todos los proceres europeos de tiempos anteriores a éste.-

Tema de la próxima semana: las últimas medidas que han empezado a adoptarse a

partir del último miércoles 29 de Agosto en Bruselas, antes de la adopción general

del Euro el proximo 1 de enero 2002, y de importancia práctica para los que visitan

Europa.-

 

RAL

Heidelberg, Alemania

30 agosto de 2001

 

(Una versión de este artículo fue publicada en el periódico digital Primera Línea, de

Santiago de Chile, bajo el título de "Faltan Cuatro Meses para la Unificación de la

Moneda Europea", por Rolando Arturo Leiva desde Heidelberg, 2 de septiembre

2001)